Banco de España

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" ... y cuando crees que todo está bajo control, que por fin las piezas empiezan a encajar todo se jode ..." Tokio.

Estaba cansada , claro que lo estaba. Llevaba demasiadas horas bajo un estrés insostenible. Desde que me apuntaron con esa pistola, "me mataron" o eso le hicieron creer, me reencontré con Ángel, me llevaron a la carpa, Alicia me interrogó, vi el reloj de Antoñanzas, las esperanzas que creí haber perdido volvieron, pusimos en marcha en Plan París, aquel que solo me traía buenos recuerdos, conseguí escapar. Pensé que le podría ver, que por lo menos podría ver su cara antes de no saber cuando, si es que nos encontraríamos de nuevo. Verle y decir que todo está bien, que aunque parecía meses atrás, aquella conversación en la cual El Profesor habló y se me encaró había quedado en el olvido, sobre todo después de escuchar de su boca el "estoy enamorado de ti Raquel" . Ojalá haberlo tenido delante, haber podido ver el brillo en sus ojos y besarle. No me quiero imaginar lo que debió de sentir al escuchar los disparos, esos disparos que me pertenecían, que llevaban mi nombre. " Estoy viva, estoy aquí". Intentaba mandarle un mensaje, pedí a todo ser , hasta a Dios, que pudiese llegar a saber que yo estaba viva, que estaba bien.
Y justo cuando salía de ese agujero que habían hecho en medio de un parking sin que absolutamente nadie se hubiese dado cuenta, una sola cosa apareció por mi mente, Nairobi. Aquella mujer que en tan solo unos meses me había sacado tantas carcajadas, que en tan solo unas horas sentí que la conocía de toda la vida. Su forma de ser, de actuar, de hablar y de moverse hacían que le pudieses entregar todo tu corazón ya que , estarías seguro, de que ella lo cuidaría. ¿Que está pasando ahí dentro, Sergio? ¿Tan mal están las cosas? Claro que estaban mal, de lo poco que me había podido enterar dentro de la carpa es que Gandía había ejecutado a sangre fría a Nairobi, las cosas no estaban saliendo como lo planeamos.
Miré a la pequeña cámara que estaba en la escondida esquina. Sé que me estarás mirando, dios mío Sergio como te echo de menos, solo de pensar en lo que está por llegar mis piernas tiemblan y mi corazón se para. ¿Qué pasa si morimos todos allí dentro? ¿Qué pasa si mueres tú afuera? Cuídate, por favor.
Sonrío, "estoy bien mi amor" pienso para mis adentros. Ojalá abrazarte ahora, pero el plan tiene que seguir adelante. Sin dejarme mucho tiempo para pensar acompaño a Marsella lo más rápido que puedo, tenemos prisa y poco tiempo.

- ¿Todo listo Lisboa? - asentí. Tenía un nudo en mi garganta, no sabía si iba a vomitar , llorar o empezar a reírme. Todo estaba en el plan, pero ahora, ahora estaba metida dentro de un maldito helicóptero de los GEOS y me encontraba apunto de meterme en la boca del lobo. Intentando que Marsella no me viese me baje la tela que cubría mi boca, creo que estaba a punto de vomitar. Tragué todos esos miedos , dudas y malditas sensaciones que me hacían débil, no me lo podía permitir, no ahora que todo tenía que salir como habíamos pensando , no ahora que lo importante estaba por venir . Sabía a lo que me enfrentaría al llegar al Banco, seguramente cogería el mando o eso es lo que habíamos hablado aquella noche en nuestra cama, en aquel hermoso monasterio que acogimos como una casa durante esos pocos meses. Lo más importante era arreglar la situación, aunque aún no sabía cual era. El silencio se empezó a volver incómodo a medida que nos acercábamos al lugar más vigilado de España. Marsella me miró de reojo.

- Suerte - le sonreí y me volví a cubrir la boca. Estaba lista, o eso esperaba. Sin pensármelo dos veces descendí por la gruesa cuerda que colgaba de aquel inmenso helicóptero.
Un poco de pariré, unos pocos disparos . Marsella se había esfumado y de repente me hallaba rodeada de persona con monos rojos . No me lo creía, por fin a salvo, por fin en familia. A pesar de el poco tiempo que hemos pasado juntos esa panda de desgraciados se había convertido en lo más parecido a amigos de verdad que había tenido. Aquellos días en Florencia me habían ayudado a entender y sentir lo que Sergio me había explicado tantas veces en la hamaca mientras veíamos el atardecer en Palawan, ese sentimiento que tenía por ellos, ese amor proteccionista. Tenía que admitir que los atracos unían más que cualquier caso policial. Y sin previo aviso me vi rodeada de brazos. Una lágrima estuvo a punto de descenderme por la mejilla aún roja por toda la adrenalina. No me quería imaginar lo mal que lo pasaré cuando todo esto baje, cuando el cansancio físico y mental aparezcan de golpe.
La mirada tan intensa como normal de Tokio se me clavó, y entonces, volvió a aparecer. Nairobi. Los miré a todos a los ojos, y algo que necesitaba decir salió, sin más ,de entre mis labios.

- Por Nairobi - lo que no me esperaba es que los demás miembros de la banda me siguiesen. Y esos minutos, esos minutos tenía que disfrutarlos, porque a partir de ahí todo se torcería como se tuerce siempre cuando crees tener el plan perfecto. Pero ahí estaba yo, rodeada de esos personajes con monos rojos y caretas de Dalí, mientras nuestro ángel de la guarda, nuestro Profesor, el amor de mi vida, acababa de ser descubierto por la mayor hija de puta que nos pudiésemos imaginar. Porque aunque yo solo pudiese estar pensando, que en cuanto bajase las escaleras, me pusiese el mono rojo que tanto nos caracterizaba, iba a poder escucharle, iba a poder consolarle y poder sonreírle. Las ganas se apoderaban de mí al pensar que la radio con la cual podría comunicarme directamente con él estaba a escasos metros de mí. Pensé que nunca más lo escucharía, que me quedaría encerrada en una celda para siempre con él muerto o desaparecido sin saber que yo estaba viva. Pero ahora, ahora todo había cambiado, ¡Estaba en la puta boca del lobo! ¡En el puto Banco de España! Había burlado cualquier seguridad que oponía la policía, les habíamos ganado una vez más, ojalá ver la cara de Sierra, Prieto y Tamayo al saber que Gandía seguía dentro y que la única victoria que tenían se había escapado y no solo eso, si no que había entrado sin ninguna resistencia al punto más vigilado del momento. Me creía invencible. Pero lo que ocurría a unos cuantos kilómetros de mí era lo que menos me esperaba , él, ahora mismo, estaba batallando entre la vida y la muerte, pero esta vez, no había ningún as en la manga, no había ninguna ventaja para nosotros, para él. En esos momentos Sergio, el Profesor, estaba contra las cuerdas y a pesar de que siempre había podido escapar , esta vez la pistola apuntaba directamente a su cabeza, la mujer que ya no tenía nada que perder estaba a un apretón suave de gatillo para desprenderse de toda la rabia e ira que llevaba dentro, estaba a un roce de gatillo para destruirme en pedazos.
Mientras yo sonreía por estar a salvo, por saber que todo , por fin, iba como planeamos, algo estaba mal, el amor de mi vida estaba a punto de ser ejecutado.

"... y nadie de la banda pensaba que su ángel acabase de ser descubierto, que el plan estaba a nada de ser destruido, no ahora que todos teníamos esperanzas..." Tokio.

Llévame de vuelta a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora