VIII

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El viernes por la noche. Les habían comentado que darían de alta a su padre. Así que les pidieron que arreglaran todo, para cuando les dieran el pase. Tony era el único que quedaba en el hospital, ya que eran ya la una menos doce minutos (am), del día sábado. Ya llevaba más de tres horas esperando. Sus hermanas se marcharon del hospital a las once. Cuando el esposo de Sharon, James, paso por ellas.

Harley se había ido con ellas. Así que solamente tendría que preocuparse por su padre. Cuando el reloj marco las tres de la mañana, se preocupó. Camino en búsqueda del director del hospital. Quería saber que pasaba. Camino por infinidad de pasillos. Pero nadie le daba razones para que aun no le dieran el alta de su padre.

Decidió volver a la habitación. Donde su padre descansaba. Al llegar encontró una enfermera. La cual le dijo que retrasaron las salidas por un accidente que hubo en el centro. Así que su salida tardaría un poco más. Moría de sueño. Quería más café, se dijo con el pensamiento.

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Para las siete de la mañana. Iba manejando rumbo a la casa de sus padres. Con Howard acostado en los asientos de atrás. Lo dejo en su habitación junto a su padre Omega. Para irse a su antigua habitación. Quería dormir. Al entrar en su habitación observo al pequeño bulto que estaba acostado sobre la cama. Por un instante se asustó. No reconociéndolo.

Estaba tan agotado que su cerebro no carburaba sin haber dormido. Se detuvo un instante, iba a gritarle a su hermana. Cuando vio que el pequeño bulto se movía. Estuvo a punto de entrar en pánico. Cuando observo bien al niño. Era Tyl...NO Harley. Su nombre era Harley y era su hijo. Le regalo una pequeña sonrisa. Antes de abrazarlo. Volviendo juntos al mundo de los sueños.

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Eran las seis pm cuando regresaron a su casa. Se sentía agotado mentalmente. Pero sabía que aún no acababa el día. Aún quedaba una parte importante. La cita.

Le pidió a su cachorro que se alistara. Comentándole que irían a cenar a casa del doctor Rogers. Haciendo él lo mismo. El Alfa le había mandado su dirección y la ubicación. Para que pudiera dar con el lugar. A faltar diez minutos para la cena. Ambos se encontraban afuera de la propiedad. Esperando a que dieran las ocho para tocar el timbre.

-No deberíamos llegar, ya. –Pregunto el niño. Ya no quería estar en el auto.

La noche era fresca. Había algo de viento, pero las estrellas brillaban en el cielo. Se veían muy hermosas junto a la luz de la luna.

-Básicamente ya lo hicimos. –Respondió el Omega mayor. Observando la mirada de "enserio" de su hijo. Un escalofrió le recorrió. Tenían tantas similitudes. –Que? No te miento...Bueno la verdad es que aún estoy nervioso.

-Por qué? –Pregunto el infante curioso.

Su papá se veía muy estresado. Nervioso. Y estaba sudando. Algo que cualquiera con buen olfato lo detectaría al instante.

-Aquí entre nos. Es la primera cita que tengo desde hace casi diez años. –Dijo el mayor rascando su barbilla. –Crees que es muy pronto para tenerla...aun eres joven. No debería estar buscándote un padrastro...aun.

-Creo que ya es hora. Mucho te has tardado. –Dijo divertido siguiéndole el juego. –Vayamos ya. Tengo hambre.

Ambos bajaron del auto. Con dos minutos de sobra cuando tocaron el timbre. Tomados de la mano, padre e hijo. Disfrutarían la velada.

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-Mañana? –Hablo el Omega embarazado. Enojado por siempre enterarse de las cosas siempre al final.

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