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—¿Profesor está bien? —preguntó una voz femenina conocida. Seokjin alzó la mirada de la pila de hojas sobre la mesa hacia la chica, era Shin Yuna con una expresión preocupada, demasiado para ser cierto.

—Lo estoy señorita Shin, ¿no debería ir a desayunar? —preguntó devolviendo su vista a las evaluaciones que antes se encontraba calificando.

—Lo sé, pero solo quería preguntar. Lucía irritado en la clase, espero todo esté bien. —los dedos de Yuna se posaron en el borde del escritorio. Jin aguantó las ganas de resoplar y cortar el hilo que su alumna llevaba tejiendo a su alrededor desde hacía meses. Ella realmente no debía estar interesada en su profesor, estaba mal. Además de que ella aún era menor de edad, y Seokjin era gay.

—Está todo bien, no se preocupe. Debe de estar hambrienta, ¿por qué no va a desayunar con sus amigos? Agradezco mucho su preocupación. —ella asintió, sonriéndole y apartando su mano del escritorio, dándole una ultima mirada antes de tomar la perilla de la puerta y salir por ella.

Seokjin respiró hondo y apoyó su espalda en el respaldo riendo para sí mismo, para nada divertido. Incluso sus alumnos habían notado su mal humor por culpa del Kim-jodido-Namjoon.

Era lunes por la mañana y de nuevo, Namjoon no había respondido sus mensajes, ninguno de ellos, o bueno, al menos sí uno, el cual le preguntaba si estaba bien y él había respondido con un audio diciendo "Estoy fantásticamente bien" y había sido todo. ¿Estaba enojado con él? ¿Era porque se había ido por la mañana sin que se diera cuenta acaso? Siempre era así, ¿por qué tendría que enojarse con él?

Su cabeza dolía, estaba cansado. No quería seguir así, luchando contra su cabeza y sus constantes preguntas de qué era él para Namjoon, si era su amante, novio, amigo con beneficios o algo por el estilo. Seokjin a veces deseaba ir con Namjoon y decirle que le diera un nombre a lo suyo, un nombre en específico, el de pareja, no el de amantes. Seokjin quería tomarlo del cuello y decirle que de una jodida vez correspondiera a sus sentimientos como si eso no fuera una opción, como si él pudiera decidir lo que Namjoon sentía sobre él.

Seokjin sabía que había hecho mucho daño a Namjoon, él mismo se lo había contado pero, ellos habían sido jóvenes, calientes y tontos, ahora ambos eran adultos, ya no estaban a inicios de sus veinte.

Alzó su muñeca para mirar su reloj, viendo como solo faltaban dos minutos para que el receso acabara y tuviera que moverse a otra aula. Con un suspiro agotado se levantó y guardó todo para poder continuar con el inicio de semana de evaluaciones.

Tenía mucho que calificar, y a muchos alumnos detrás suyo con dudas respecto a las calificaciones de sus tareas, pero sobre todo, tenía muy poco tiempo para todo. No había nada que odiara más que las ultimas tres semanas de curso, eran agotadoras.

Solo esta semana y la próxima y es todo, aguanta. Pensó para sí mismo dejando las evaluaciones sobre el escritorio de su oficina y saliendo de allí.

El resto de la mañana había sido igual que el inicio de la misma, vigiando desde su escritorio a los estudiantes y entre ratos caminado entre los lugares para asegurarse de que ninguno de ellos copiara, eran los exámenes finales del curso, los más importantes y los cuales definían si aprobaban el curso, y en su clase muchos iban a reprobar si no sacaban la máxima calificación en el mismo, esperaba no tener que tratar con algunos de ellos nuevamente el próximo año, en su mayoría únicamente alumnos irresponsables los cuales no hacían nada en el trascurso de la materia pero al final se creían con el derecho de ir a su oficina a llorar por una calificación aprobatoria.

Y Seokjin no era en absoluto un maestro que se dejara llevar por un par de lágrimas, podrían llorar todo lo que quisiesen, pero estarían reprobados para siempre si él así lo quería. Odiaba que la gente rogara, un no era un no.

Reset [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora