XVIII - Embarazo

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Desde que Mayleen hubo leído la carta, habían transcurrido siete días

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Desde que Mayleen hubo leído la carta, habían transcurrido siete días. Un mes desde que las tropas enviadas por lord Walder partieron de nuevo a Los Gemelos en busca de una paz.
Tras una incipiente espera, las condiciones habían llegado, y con ellas, más enfrentamientos.

—Saldré a verles —comenzó Robb caminando hacia los portones del castillo—, tan solo ha enviado a un pequeño grupo.

—Deberíais escuchar nuestro consejo—. Sugirió Catelyn acercándose a él apresurada. Parecía más inquieta de lo habitual.

—Saldré y les oiré. Cuando hayan pedido todas las condiciones, volveré y reuniré un comité, ¿de acuerdo?

El resto de los presentes asintieron y se dirigieron a la sala principal, a la espera de las noticias. Mayleen, en el pequeño intervalo de descanso, daba vueltas por la habitación observando con detenimiento las estanterías, chimeneas y libros que parecían tener décadas. Hubo uno que le llamó especial atención y se dispuso a cogerlo.

—Ese era el libro que mi padre me leía antes de irse a la batalla. A la guerra —la voz de Catelyn Tully le hizo dar un respingón del susto recibido—  Siempre me decía que volvería y yo le esperaba en el marco de mi ventana, sentada a su regreso.

—Imagino que siempre lo hizo.

—Sí, pero la espera era eterna. Tenía miedo de que si me levantaba, mi padre pensaría que no confiaba —la mujer miró al exterior desde la ventana que daba al patio. Podían verse las caras de los soldados Frey y, frente a ellos, la de Robb. Tan apuesto y decidido como siempre. —Luego me casé con Eddard y en poco tiempo marchó a luchar junto a Robert y comencé a esperarle a él. Ya era adulta, pero le esperaba porque llevaba conmigo a su hijo y… —se le hizo un nudo en la garganta— no quería que muriera sin saberlo. Robb estaba en mí.

Mayleen palideció y sintió sus labios tornarse blancos y sus manos posarse en su vientre. Catelyn lo sabía. Sabía que estaba embarazada y que nadie era aún consciente de aquella noticia.

—Sí, lo sé. Lleváis a su hijo en vuestro interior y no habéis sido capaz de decírselo.

—Es cierto. No he encontrado la situación oportuna. ¿Desde cuándo…?

—¿Desde cuándo lo sé? Eso mismo querría preguntaros, Alteza—. Quedaron quietas, ninguna decía nada durante aquellos largos diez segundos.

—Dos meses.

—¡Sentaos mis señores! —Robb entraba en la estancia angustiado. Brynden, Edmure y Jon actuaron en seguida, mientras que las dos mujeres seguían en aquella batalla silenciosa. Finalmente, fue May quien buscó a Robb y dejó primera aquella estúpida escena —Walder El Negro transmite tan solo tres condiciones de lord Walder Frey: el castillo de Harrenhall...

—¡Que se lo quede! Está embrujado y no es más que un montón de rocas—. Exclamó alterado el Gran Jon.

—En segundo lugar pide mi disculpa ante sus hijas. Y por último, pide que lord Edmure Tully, señor de Aguasdulces despose a una de ellas, elegida por el mismo Walder, como compensación.

Stark || Juego de TronosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora