Uno

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Naruto estaba terriblemente consternado. Saltando enérgico de rama en rama, se impuso acudir a un lugar en específico (La torre Hokage).

-Maldicion- masculló apretando los dientes a la par que imprimía mayor velocidad en el desplazamiento. Aquello era demasiado increíble -por no decir terrible- para él. Tras tres arduos años entrenando con el viejo pervertido, había conseguido volverse más fuerte, desarrollado técnicas que jamás creyó posibles. Incluso aprendió a dispersar genjutsus y hacerse de un mejor manejo en el control del chakra del Kyuubi. Los logros a través de los años, eran muchos. No obstante, ahora que Naruto regresaba a su hogar, se daba cuenta de muchas cosas que habían sucedido durante su ausencia. Primicias que, si bien le alegraban, también derrumbaban un poco su estado de ánimo, haciéndolo sentirse inferior en todos los sentidos.

Primeramente estaba el ascenso de su amigo Gaara, quién había conseguido hacerse con el puesto de Kazekage en muy poco tiempo. Por otro lado, estaba la cuestión que más indignaba a Naruto cuando este miraba de derecha a izquierda por encima de los árboles, ubicando a la lejanía a varios de sus compañeros shinobis, personas a las que apreciaba y con las cuales había creado lazos de amistad. Ninjas cuyo rango era superior al de Naruto.

Indignado, Naruto visualizó la torre Hokage, deteniéndose apenas unos momentos para quitarse el protector de la frente. Permaneció varios segundos más, contemplándolo mientras recordaba con cierta nostalgia haberse encontrado con algunos de los novatos, entre los que figuraban: Shino, Kiba, Hinata, Chouji, y hasta Sakura. Todos ellos portaban su protector de Chunnin, mientras que Naruto, habiéndose vuelto más fuerte mediante exhaustivos entrenamientos, seguía siendo un miserable Gennin.

No que odiara serlo, pero le irritaba ser el unico entre sus compañeros con dicho rango inferior. Y todo por no haber estado presente los años anteriores para presentar los susodichos examenes Chunnin.

-Ah- suspiró, anudandose de vuelta el protector, por lo visto estaba destinado a ser la burla de sus compañeros hasta conseguir subir de rango. Además, era algo que Naruto deseaba de todos modos. Tenía que ascender progresivamente, solo así lograría concretar su sueño de ser Hokage.

Ni hablar. Llegaría a un acuerdo con la abuela para poder presentar los exámenes y entonces, sería finalmente admirado.

Con una enorme sonrisa en los labios, Naruto decidió seguir su camino, bajando del árbol en que se hallaba para encaminarse -con ambos brazos tras de su cabeza- hacia la empinada escalinata que tantas veces había subido en el pasado para estar al tanto de los detalles de cada misión asignada.

-¿Hah?- pero ni bien iba a mitad del camino cuando Naruto los vio descender, uno junto al otro. Se trataba ni más ni menos que de Temari, la hermana de Gaara. Sin embargo no caminaba sola, ya que a su lado, el otro ninja -de sobra- conocido por Naruto, descendía los peldaños. -¡Eh, Shikamaru!- fue tarde para meditar en lo ridículo que había sido gritar para llamar su atención, dado que ambos Shinobis se dirigian en su direccion.

Aquella primicia Naruto no se la esperaba. Y vaya que se había llevado varias sorpresas ese día de su llegada a Konoha. Estaba Akamaru con su bestial tamaño, Hinata con sus enormes pechos, y Neji Hyuga con su nuevo atuendo. Pero nada comparado con lo que Naruto veía en esos momentos.

Con una sonrisa ladina y un vago ademán con la mano, el joven Nara detuvo su descenso, secundado rápidamente por la kunoichi de la arena.

-Vaya, vaya, pero si es el Jinchuriki- sonrió Temari, clavando su abanico a un costado. Naruto ensanchó aún más la sonrisa, divertido por su reciente descubrimiento.

-Ustedes dos- los señaló con el índice, entrecerrando los ojos y escrutando atentamente ambos semblantes, especialmente el de Shikamaru, puesto que Naruto notó un cambio considerable en su compañero. No solo se trataba de la indumenraria, sino que Shikamaru estaba visiblemente más alto y ¿Para qué negarlo? Atractivo. - ¡Están saliendo, dattebayo!

Seduciendo a un vago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora