Wonwoo

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—Deberías haberlo visto, Seungkwan. Destruyó el Chechen en segundos. Fue increíble. Era lo único de lo que hablaba la gente.

—¿Y JunHui? —preguntó Seungkwan, y suspiré.

—Fue tan cruel y dinámico como siempre. Luchó contra el Turk. Jugueteó con él por lo que pareció una eternidad, destripándolo pieza por pieza con su daga. A la multitud le encantó, Heechul le sonreía a su hijo con orgullo a un lado de la jaula, pero no pude mirar. Fue demasiado. Odio cuando los mata lentamente, con tanta violencia.

Seungkwan se quedó en silencio, y luego dijo:

—¿Pero pudiste ver a Raze matar a alguien?

Mirando la foto de Mingyu y de mí de cuando éramos niños, aferrada en mis manos, entrecerré mis ojos, estudiando su rostro, su hermoso rostro.

—¿Wonwoo?

—Sí —susurré—. Lo pude ver. No jugó con su oponente, a pesar de que escuché que él era un asesino enfermo de las calles y probablemente se lo merecía, no alargó la matanza. No se paseó por la jaula, dando vueltas por la gloria de la multitud. Salió de la jaula y luego, cuando fui a las salas para ver si se encontraba bien, él y Viktor ya habían abandonado el edificio. Ni siquiera sé dónde se encuentra. Supongo que se queda con Viktor. Es tan solitario, privado.

Pasaron segundos antes de que Seungkwan dijera:

—Te has enamorado completamente de él, ¿no?

Abrí la boca para discutir, pero la cerré de nuevo, negándome a mentirle a mi mejor amigo. Quería decirle a Seungkwan lo que pensaba de Raze, que tenía estrechas similitudes con Mingyu. Que soñé que era Mingyu, regresando de donde sea que hubiera desaparecido, de entre los muertos. Pero sabía que no podía expresar estas palabras sin pruebas. Este era su hermano. Lloró por él, mantuvo unida a su familia cuando se fue... cuando murió.

—Me he enamorado de Raze —admití y escuché suspirar a Seungkwan con temor.

—Ten cuidado, Wonwoo. Estás patinando sobre hielo delgado. No puedes enamorarte de alguien que no pertenece al Bratva, fuera de esta familia —advirtió Seungkwan con severidad.

Por supuesto, sabía que me advertiría sobre lo que haría JunHui si sospechara que algo pasaba.

—Lo haré —contesté, mi celular comenzando a sonar con otra llamada entrante—. Kwan, me tengo que ir. Tengo otra llamada... es JunHui —dije, de repente sintiéndome agotado.

—Bueno, será mejor que le contestes. Ya me odia. No quiero darle más razones. Hablamos pronto —prometió Seungkwan, y apreté el botón para escuchar la música a todo volumen a través del altavoz.

—¿JunHui? —grité, sosteniendo el teléfono lejos de mi oído.

—¿Pequeño? —gritó sobre la música—. Sólo llamaba para comprobar que estuvieras en casa y en la cama.

Mi estómago se tensó y la ira me hizo hervir. JunHui no comprobaba mi seguridad. Se aseguraba de que estuviera de regreso en mi versión de la jaula, obedeciendo sus reglas, aceptando su control sobre mí, mientras él salía a jugar, enterrando su polla en cualquiera con un agujero húmedo.

—Estoy en casa. Me voy a la cama —respondí secamente.

—Bien. —ordenó severamente. Cerré los ojos, tratando de controlar mi ira, cuando una voz femenina sedujo a JunHui para ir a un cuarto trasero con él.

—¿Dónde estás, JunHui? —pregunté con fingida cortesía.

Un silencio sepulcral me saludó hasta que la música se desvaneció y el sonido de una puerta cerrándose llegó a través del altavoz.

Parte de Mí - MinwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora