Entre todos se fueron juntos, dando un paseo por la ciudad. Pasando por varios lugares, para ellos, históricos. Teg les había contado historias de la ciudad. La noche no tardó en caer, habían caminado tanto que se podría decir que recorrieron la isla dos veces. Y como costumbre de Daniel, no lo dolían los pies. De hecho se sentía vigoroso. "Ya cálmate, pareces un infante. Inmaduro".— ¡Ey! Tú eres quien respalda mi forma de ser, así que no te salvas. El idiota vienes siendo tú.— Dijo Daniel riendo en su interior. Su subconsciente se había convertido en un gran amigo.
Llegaron a la comunidad de nuevo, estaban todos reunidos. Es la cena, Daniel se sentó junto a sus nuevos amigos. Las risas y las anécdotas surgieron entre la cena, las preguntas hacia Daniel de que había hecho, de cómo era la ciudad y cómo vivía.
La cena terminó y Daniel se fue a su nueva habitación, seguido de August quien lo notaba distraído.
— ¿Tienes algo Daniel? — Preguntó August apoyándose en el marco de la puerta.
— Eh... no. Estoy bien August. Tranquila.— Dijo Daniel.
— Ah, bueno. Me... tengo que ir a dormir. Que descanses.— Dijo August saliendo del lugar.
Daniel, fue hacia el gran ventanal y abrió una pequeña ventana en él. La fresca brisa del mar entraba e inundaba la habitación, es una frescura que, a lo mejor, Daniel nunca había sentido. Eso lo ayudó a despejar su mente. "Esto es algo que nunca hubieras hecho". Decía su conciencia.— Algo que nunca hubiéramos hecho.— Se corregía Daniel a él mismo. Pero sí, es algo que nunca hubiera hecho, él escasamente salía de la casa. Ahora estaba en un gran edificio, con vista hacia el mar, parecía un hotel, pero no como el lo conocía, era diferente y a él le gustaba. El probar cosas nuevas lo estaba cambiando, aún el no lo quiera reconocer.
La noche pasó larga para Daniel, pues él no quería que acabara. Hablando con su subconsciente se acostó tarde, ahora ni quería levantarse. Una voz dulce y baja lo despertó.
— Daniel, despierta... Daniel, si no te levantas te haré levantar.
Daniel tomo la única cobija que tenía la cama, se cubrió con ella y dio un giro. Definitivamente no se quiere levantar.
— ¿Qué pasa? ¿no se quiere levantar? — Preguntó alguien.
— No, no quiere.
— Déjame a mi.
Lo siguiente que Daniel sintió fue un helado líquido recorriendo su cuerpo ¡Pero qué...! Daniel saltó de golpe, el agua helada lo había despertado por completo. Simon, quien estaba al lado de él, con August, tenia una jarra con un poco de agua ¿Se estaba riendo? Daniel frunce el ceño.
— ¿Qué has hecho? — Dice Daniel enojado.
— Yo te dije que te haría levantar. — Dijo August riendo.
— Ja ja... Daniel... ¿Has mojado la cama? — Pregunta Simon burlón.
Daniel se mira, mira la cama y los tres jóvenes se echaron a reír a carcajadas. Daniel se levantó, puso aquella cobija en la ventana, para que se seque. Le sacó la lengua a Simon y a August y salieron de ahí para tomar el desayuno.
Daniel se sentó junto a su nuevo grupo, hablaron de cosas varias y de que Daniel "mojó la cama". Las risas eran una forma de hablar entre ellos, parecían los payasos de la clase, esos que ríen todo el tiempo y no dejan que el maestro explique. El desayuno estuvo delicioso, algo de pan recién horneado y una chocolatada caliente, aunque el calor los estuviera matando en ese momento.
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Los Olvidados
Random¿Qué pasaría si algún día algo cambia? ¿Si toda la gente que conoces y todo lo que quieres se aleja? Así le pasó a Daniel, un chico de veintidós años quien tiene una vida llena de lujos y una gran herencia. Viviendo toda su vida como niño rico no s...