Capítulo 4

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Daniel y August llegaron a una gran bodega con ventanales en la parte superior de los muros, la luz entraba perfectamente e iluminaba el lugar. Era glorioso.

     — Es aquí.— Dijo August.

     — Éste lugar es inmenso.— Eso salió de Daniel más como un susurro.

     — Necesito que te quites la chaqueta.— Dijo August tímida.— Si quieres, claro está.

     — Tranquila ya me la quito.— Dijo Daniel con una sonrisa burlona.

Daniel se quitaba la chaqueta despacio, no quería terminar de romperla. Podía ver a August desviando la vista, pero a lo mejor lo hacía con razón. Daniel tiene un buen cuerpo, hacía ejercicio muy a menudo.

Daniel se terminó de quitar la chaqueta y se la dio a August, quien se la llevó a algún lugar de aquella bodega. August volvió con una chaqueta jean de mangas rasgadas, como la que tiene puesta ella, Teg y la mayoría de gente en el lugar, se la dio a Daniel y pudo notar como la veía con asombro.

     — ¿Qué pasa? — Preguntó August extrañada.— ¿No te gustó? Por que si quieres la puedo cambiar, puedo ir...

     — Está bien, eso creo.— Interrumpió Daniel a August.

Daniel se puso la chaqueta, que le quedaba perfecto, caía muy bien por sus hombros. "Ahora sí eres todo un rompecorazones". Su conciencia solo molestaba, pero por un lado tenía razón, podría follar con quien quisiera ahora sin escuchar excusas. Daniel le dio las gracias a August y ambos salieron de allí, los dos se morían de hambre.

Llegaron al "comedor" de aquel edificio que parecía más un camping en la mitad del bosque. Se sentaron en cualquier lado donde entraran y se dispusieron a recibir la comida.

     — Buenos días Daniel.— Dijo Teg.

     — Eh... Buenos días.— Dijo Daniel tímido.

Lo siguiente que se escuchó fueron risas y más risas, Daniel estaba contando sus historias más graciosas de cuando vivía en la ciudad. Las carcajadas por parte de todos inundaron el lugar, todos en círculo, era como un coro... Pero de risas. Daniel terminó sus historias con la más reciente, que fue de como había llegado allí. Daniel no terminó de contar su historia cuando Teg lo interrumpió con un aplauso y unas señas, con lo que todos se dispersaron.

     — ¿Qué pasa? — preguntó Daniel.

     — Tenemos que ir a nuestros puestos de trabajo.— Le susurró August al oído.

     — ¿Puestos de trabajo?

     — Sí, en el tiempo que estés aquí tendrás que ayudarnos con quehaceres de la ciudad, isla.— Le dijo August levantándose y saliendo del lugar.

¿Para donde iba? Daniel la siguió pero la perdió rápidamente, miró para todos lados y se dispuso a irse... Hasta que fue detenido por Teg.

     — ¿Para dónde vas? — Pregunto Teg con la mano en el hombro de Daniel.

     — Eh... yo no... es que... iba.— Daniel se enredó en las palabras que decía, estaba nervioso.

     — Ven.— Le dijo Teg mientras Daniel lo seguía hasta un grupo de personas, tres chicos y una chica.— Necesitamos a una persona que nos ayude en minería y otras cosas varias, como cazar... cosas así.— Le decía Teg.— Y pues creo que eres el mejor para esto.

     — ¡¿Qué?! — Dijo Daniel exaltado ¿Cómo podría hacer eso? ¡Nunca había trabajado en su vida! Estudió arquitectura ¡pero para nada! De hecho, ni siquiera terminó de estudiar, se salió en el quinto semestre de doce que eran. Además sus padres le dieron todo.

Los OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora