I want an omega

12

Estaba nervioso ya que decidió tomar la peor decisión.

Hacerle caso a Nathan.

Se encontraban comiendo un sándwich en la isla de la cocina, estaban en completo silencio y los nervios de Kevin iban aumentando, Edd ya había terminado y esperaba pacientemente a que él lo hiciera.

Siguió lo que le había aconsejado su amigo y movió lentamente su mano hacia la del otro, este aparentemente no se dio cuenta del acercamiento hasta que el la puso sobre la suya.

El chico de la gorra se sobresaltó ante el contacto, dirigió rápidamente su mirada a las manos juntas.

-Eddward- dijo el pelirrojo con una voz un tanto grave -en verdad me arrepiento de lo qué pasó-

Se acercó un poco y posó su otra mano en la mejilla izquierda del otro.

-En verdad- acercó su rostro -¿serías capaz de perdonármelo?-

El rostro frente a él no se movió un centímetro, no sabía cómo tomarlo, la última vez malinterpretó la situación terminó muy mal.

Y para evitarlo hizo algo que jamás creía que haría.

-¿Puedo?- preguntó.

-¿Q-Que cosa?- respondió con nerviosismo Edd.

Acercó su aún más su rostro de forma lenta y pausada hasta el punto que sus narices estaban a punto de tocarse.

-¿Puedo?- le cuestionó de nuevo.

El pobre chico pelinegro no sabía cómo responder, estaba a punto de desmayarse.

Negó con la cabeza.

El otro se alejó rápidamente.

-Gracias por preguntar Kevin- decidió contestarle lo más tranquilo que pudo, a pesar de estar con un ataque nervioso por dentro.

¿Que hubiera pasado si decía que si?

¿Qué tal si...?

-Pero creía que esas cosas no se preguntaban- continuó desviando su mirada, arrullándose contra la mano posada en su mejilla.

Ambos se sorprendieron por las palabras dichas, Kevin se aproximó e hizo algo que ninguno de los dos esperaba.

Posó sus labios en la frente del chico de la gorra.

-Creo que me tengo que ir- dicho y hecho Kevin se levantó rápidamente, agarró sus cosas y se fue.

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-No puedo creer lo que me estás contando ¡El hijo de puta afirma que no tienen nada! ¡¿y ahora están juntos?! ¿En qué mierda estabas pensado al aceptar a ese imbécil?- golpeó la mesa con fuerza Lee.

Las tres hermanas se encontraban en la casa rodante en la que vivían, reunidas frente al televisor mientras la mayor maldecía de todas las formas a Ed y a May, mientras que Marie no dejaba de pensar en lo ocurrido con Nazz.

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El aroma que envolvía el lugar era maravillosamente asfixiante, o por lo menos para la rubia.

Le costó mucho reprimir sus instintos cuando vio que la otra se encontraba en el suelo retorciéndose del dolor y necesidad, necesidad por que alguien la tocara.

Se arrodilló lentamente a su lado.

-Marie- llamó -por favor vete, o no respondo por lo que pueda hacerte-

-¿Q-Quieres que m-me valla?- le respondió con dificultad.

Ninguna de las dos sabía si era un reclamo por la obvia incapacidad de moverse o una dolida negación de irse y así estar juntas.