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El interior de la casa era algo estrecha, pero limpia. Era como si la casa nunca hubiera estado deshabitada, como si nunca hubiera estado abandonada.
Parecía que alguien seguía viviendo ahí, todo estaba como lo recordaba.
Dejó sus cosas a un lado del sofá del salón y sus pasos se detuvieron en cuanto llegó a aquel pasillo y una pequeña presión en su pecho se alivió al ver que no había cortinas en la ventana.

- Minghao, ¿no te pareció ver a alguien sentado en la silla de nuestra mesa? - dijo Junhui mientras se paseaba por la casa husmeando como el cotilla que era.

En definitiva el comportamiento del mayor era extraña, mucho más de lo usual.

- ¿A qué te refieres? - preguntó alzando un poco la voz ya que estaban en diferentes habitaciones.

- En el restaurante... - hizo una pausa.- Olvídalo.

Escuchó el crujir de unos muelles y se asomó por una puerta para ver al vampiro acomodado en su respectiva cama. Estirado como un gatito, su camiseta estaba ligeramente levantada dejando ver parte de su abdomen y brazos estirados de un lado a otro como si fueran las alas de un pájaro en mitad de vuelo, una crucifixión. Sus ojos estaban cerrados aunque sabía que no estaba durmiendo.

- Esta es la casa donde se suicidó mi hermano. Y esta es su habitación. - soltó de la nada.

Junhui abrió un ojo de forma perezosa poco sorprendido. Se esperaba otra reacción.

- Ya me lo imaginaba. - se sentó en la cama dando espacio suficiente para otra persona.

- ¿A si? - se acercó lento.- ¿Cómo?

- Huele a muerte y hoy he estado teniendo... - se rascó la nuca.- He visto... - volvió a tumbarse esta vez acomodando una almohada bajo su cabeza.- No sé como explicarlo.

- Está bien, yo tampoco sabría como decirlo. - respondió de manera que quedase claro que él también tenía una sensación extraña.

Se quedaron en silencio, Minghao acariciaba el relieve de los muebles, probablemente recordando momentos específicos. El eco de un suspiro en ese pasillo resonó entre las paredes de la pequeña casa.
Jun y Minghao se miraron de forma recíproca al momento, el segundo más calmado que el primero. No dijeron nada, no querían admitir lo que habían escuchado, porque ambos lo escucharon. Era real.

El más joven se sentó en la cama, haciendo crujir los muelles. La cabeza le daba vueltas y le enfurecía el no mostrar nada. Quería llorar, deseaba poder desahogarse entre los brazos de alguien. Pero nada salía.
Era como una tormenta metida en una pequeña botella de vidrio.
Solo supo mirar al suelo y seguir las marcas de unos arañazos que acababan en una estantería. La estantería donde se guardaban las cosas de Yixin.

Al principio fue un pequeño seguimiento y repaso inocente del estado de la casa, sin embargo algo no cuadraba.

Se agachó para palpar las marcas y frotó sus dedos tratando de descifrar ese puzle.
Resina, virutas de madera.

- ¿Qué encontraste, niño? - dijo Jun que estaba jugando con su móvil.

Estaba observando al niño en todo momento por el rabillo del ojo.

- Esto no estaba antes. - conectó los cables en su cabeza. - Estas marcas son nuevas, antes no estaban.

Ese comentario captó la atención del vampiro.

- ¿Qué crees que significa? - puso su mano sobre el hombro del chico, presionando su palma suavemente para darle coraje.

- Ayúdame a mover esto.

Lost in the daylight [Junhao]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora