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Minghao estaba demasiado confundido como para hacer nada. Todo era desbordante y no paraba de observar sus manos que volvían a la normalidad, a sus manos delgadas y huesudas, no aquellas garras afiladas. Suponía que sus ojos también volvieron a la normalidad puesto que ya no veía en la oscuridad, apenas vislumbraba la silueta oscura del mafioso que se acercaba a ellos. ¿Y Jun?

- ¡Jun! - tanteó con sus manos tratando de buscarle y finalmente pudo agarrar su brazo.

Por otro lado el vampiro estaba a punto de reparar sus nervios más importantes, ya era capaz de sentir las piernas y aquel horroroso frío que le absorbía.

Minghao trató de levantarle para salir de ahí corriendo, pero de un momento a otro parecía que su anterior fuerza se había desvanecido. Minghao apenas podía levantarle del todo.

- Niño, corre. - dijo Jun a duras penas, observando la silueta del hombre que se acercaba a ellos.

En realidad deseaba que Minghao le salvara el culo, de verdad que lo deseaba. Sin embargo el chico no podría ganar en una batalla contra un vampiro de esa clase, no lo conseguiría. No iba a mentir, ser humillado de esa forma era doloroso para su ego, ser salvado por un niño humano... o no tan humano... Y también haber rogado por su vida, como si fuera un... esclavo.
Puso su cuello recto, recolocando las vértebras. Esta vez se haría el héroe por primera vez, sabía que se iba a arrepentir, pero en ese momento la adrenalina no le dejaba pensar con claridad.
Minghao arrastraba a Junhui fallando en el intento, el agua de la lluvia no le dejaba pensar con claridad, todo estaba resbaladizo y hacía frío.

Jun ya podía mover los dedos de los pies, podía hacerlo.
Minghao casi chilla cuando un rayo iluminó al fornido mafioso que se arrojó contra ellos.

Justo a tiempo Junhui saltó, atacando al hombre con todo lo que podía.
Maldita sea, Jun era muy fuerte, pero estaba oxidado. No sabía pelear del todo y lo único que poseía era fuerza bruta, nada de estrategia ni cerebro.
El niño se arrastró lejos del callejón, intentando ver dónde estaba aquel sinvergüenza. Pero lo único que distinguía era el color negro.

Jun consiguió inmovilizar al otro vampiro sobre su cuerpo. Atrapó el brazo del hombre y tiró fuerte, ah, el sonido de una extremidad desmembrada en es momento fue música para sus oídos. No obstante no escuchó ningún grito.

- Hijo de puta... - gruñó el mafioso.

- Vas a tener que esforzarte más con los insultos para ofenderme de verdad, porque yo...- fue interrumpido por el sonido de un disparo.

Jun agarró su estómago y se retorció del dolor gritando todas las palabrotas posibles en todos los idiomas.
El vampiro no se quedó quieto y disparó más veces por todas las partes de su cuerpo. Ganándose un alarido de dolor más por cada balazo.

- ¿Quién ríe ahora, insecto?

- ¿¡Ahí tenías escondida tu arma, bastardo!? - casi se atraganta con sus palabras al recibir un disparo en la rodilla.

Minghao no podía ver, pero si escuchar y lo que escuchaba no eran buenas noticias. Solo un disparo después de otro después de otro.
No, sentía algo más. Cerró los ojos intentando concentrarse. Olía la sangre, un olor tan dolorosamente familiar... incluso con toda esa lluvia lograba olerlo, era intenso, metálico y dulce...

Abrió los ojos, esta vez pudiendo ver en la oscuridad y ser testigo del horrible escenario enfrente suya.

No distinguía a Jun de todo ese charco de sangre, todo era rojo, solo reconocía sus ojos incandescentes como dos brasas al fuego.

Un disparo, otro disparo... ¿Jun seguía con vida? La respuesta se la dio el propio vampiro que trataba de escapar arrastrándose de ahí.

Finalmente el mafioso se quedó sin balas, esa era su oportunidad. Estaba en ventaja, aquel hombre no tenía brazo...
Bajó la vista a sus manos que volvieron a ser cuchillas afiladas, preparadas para rebanar cualquier cosa.
Un sonido inhumano salió de su garganta y saltó yendo directo a atacarle.
Visualizó el exacto momento en el que el hombre tiró la pistola y sacó un cuchillo. Minghao pateó su mano, haciendo que soltase el arma y agarró el tobillo del mafioso, haciendo que perdiese su equilibrio. Un truco simple, fácil y efectivo. Sus movimientos eran lentos y torpes debido a la pérdida de su brazo; tuvo la mala suerte de caer cerca de Jun... que ya no era Jun...

Sus ojos se habían vuelto totalmente rojos, envuelto por esa espesa capa de sangre. Casi moribundo y asqueroso apresó al vampiro entre sus brazos sangrientos sin dejarle escapatoria. Minghao observó como Jun abría sus fauces y clavaba sus enormes y afilados colmillos en su cuello, desgarrando parte de la carne, haciendo que el mafioso se retorciera sin éxito.
Observó a Jun darse un festín con los interiores de aquel hombre, chupaba con descaro, amenazando con dejarle sin una gota de sangre. De sus heridas emanaba vapor y poco a poco se cerraban, pero no del todo... algo lo impedía.

- ¿Pensabas que ibas a recuperarte bebiendo mi sangre, insecto? - dijo el hombre notablemente debilitado, Jun solo continuaba tomando su sangre sin piedad. - Las balas eran de plata pura, no vas a poder curar esas heridas.

Como si fuera una bestia sin conciencia solo agarró el otro brazo del mafioso con una mano y lo dobló, haciendo que crujiera como las hojas secas de otoño añadido de un grito de dolor.

Minghao solo observaba horrorizado, quieto como una estatua sin saber que hacer. Sus poderes... o lo que fueran se estaban yendo. Otra vez volvía a la normalidad, no se podía permitir que Jun estuviera en ese estado. En su vida había visto tal carnicería.

- Jun... - le dolía la garganta, toda esa situación era desbordante.- Jun. - llamó un poco más alto, dando pasos. - ¡Jun!

Todo era en vano, esa bestia no podía ser él... era tan diferente.

- ¡Maldito sinvergüenza! - gritó a todo pulmón, recibiendo un poco de reacción.

El vampiro volvió a ser consciente y elevó la vista viendo la cara del niño, era como un cachorro desorientado, un pequeño que se había alejado de su madre... y él era igual. Se percató de la persona que tenía entre los brazos, casi desfallecida por la gran pérdida de sangre. Saboreó aquel líquido metálico entre sus labios, volvió a mirar al hombre totalmente quieto.
En un chasquido todas sus heridas volvieron a doler como el mismísimo infierno y enloqueció. Empezó a gritar como un loco, pero no era por el dolor.

Rascó su piel de forma agresiva, como si estuviera intentando quitarse el color rojo de su cuerpo. Ignoró el dolor, ignoró el cuerpo casi inerte, ignoró a Minghao; solo gritaba y gritaba mientras los truenos acompañaban sus llantos. Se tambaleó hasta chocar contra la pared y vomitó, expulsando una papilla rojiza.

Aquel festival de carne sólo dejó perplejo al más joven. ¿Qué le estaba pasando?

- ¡Jun, escucha! - se acercó al vampiro  recibiendo por respuesta un empujón débil que no logró ni moverle de su sitio. - ¡Escúchame! - sacudió sus hombros.

- ¿Niño? - Jun abrió los ojos en desmesura, como si estuviera asustado. - Niño, ayúdame. Necesito ayuda, la necesito... - dijo paranoico, sosteniendo las manos de Minghao entre las suyas. - Porfavor.

Minghao no sabía a qué se refería hasta que Jun se desvaneció entre sus brazos.
El vampiro se había desmayado.

Lost in the daylight [Junhao]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora