Introducción:

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La nieve caía lentamente, copo a copo; como si no quisieran llegar a su destino final. Era de noche, y hacía frío, y entre ese paisaje invernal se podía escuchar el llanto afligido de un niño de ocho años.

Unas pequeñas manos sumidas por el frío, sus dedos tiritaban por el gélido viento, sus piernas temblaban por el esfuerzo de caminar, pero el cansancio le pudo más que el intento de pedir ayuda...

-Ya no puedo más...-meditó aquella pequeña figura- Perdonadme, teníais razón yo...sólo he sido la desgracia de la familia, he sido sólo un estorbo...-dijo en un susurro, mientras unas densas lágrimas brotaban de sus ojos.

Su cuerpo, cara y palmas estaban manchadas de un denso líquido color rojo, estaba llorando, eso era para lo que servía, pensó en ese instante...Él no quería hacer aquel macabro suceso, pero ese ser le convenció de que lo hiciera por ellos. Mientras esos sentimientos comenzaban a desbordar su mente, miró a su alrededor: papá, mamá, Konoha y esas personas que mataron a su familia; estaban tendidos bajo una enorme macha de sangre que se fundía con la nieve, dándola un hermoso color rojizo.

En ese instante, disipó una oscura figura que le observaba entre los árboles de aquel frondoso bosque; se levantó, cogió su peluche y comenzó a caminar lentamente; un metro, dos, tres...Parecía que nunca iba a llegar a su destino, todo le dolía, sus ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar, pero aunque se los frotase no iba ha parar de hacerlo, porque se sentía culpable. Aquella sombra era un joven de veinticuatro años, o eso es lo que pensaría cualquiera; tenía el pelo corto, liso y de color magenta y su flequillo tapaba su frente, haciendo que su mirada sea fría y cruel, era atractivo, con unos ojos de color amarillo que desprendían unos fuertes destellos, sus labios eran finos y de alta estatura. Para el niño esa persona era conocida y odiada...

-¿Qué haces aquí?- susurró el niño cuando se dejaba caer de rodillas ante aquel sujeto que sonreía de satisfacción-¿¡¡Por qué hiciste esto¡¡?¡¡Te dije que yo nunca te aceptaría!!¡¡Yo nunca serviría a tu amo!!¿¡¡Los controlaste para matar a mi familia!!? ¡¡Vamos dímelo!!-añadió atropelladamente, con una cara llorosa.

-¿Te crees que he hecho esto?-dijo con una sonrisa inocente añadiendo un tono burlesco para evitar reír a carcajadas-Soy un demonio y si mi amo me hubiera mandado hacerlo, me negaría; sólo por ti, porque no quisiera verte triste por mi culpa.

-¡¡Cállate, cállate, cállate!!¡¡Sólo dices mentiras!!-respondió entre lágrimas.

-Eres tan inocente...pero, ¿sabes? El verdadero asesino fuiste tú.-respondió tranquilamente mientras extendía su mano al cabello del pequeño, haciendo que éste se estremeciera.

-¿Qué? ¡¡Mentiroso!! ¡¡Me has mentido!!-gritó entre llantos y golpeó la mano de Zero, pero no sirvió de nada, ya que éste sólo le siguió acariciando el pelo. Cuando él hacía eso el menor se sentía abrumado y confuso, como si estuviera utilizando algún tipo de droga-¿Me estás diciendo que maté a Onii-sama?...¡¡YO NUNCA HARÍA ESO!!- rugió de nuevo a la vez que golpeaba aquella mano mientras mostraba su cara roja llena de ira acumulada, todas las partes de su cuerpo estaban sucias por la sangre, el barro y la nieve mezclados, pero se podía distinguir unos enormes lagrimones fluyendo de su hinchado ojo izquierdo. Parte de su pelo impedía ver la otra mitad de su rostro por voluntad propia, él siempre iba con la mitad de su rostro cubierto para que nadie viera aquel ojo de distinto color...nunca quiso mostrarlo a nadie, si lo hacía, las personas huirían horrorizadas al ver que no era normal aquella visión.

-Sabía que no me escucharías, por lo que sólo te voy a decir una cosa: Huye, porque te están buscando.- anunció en un tono misterioso y mientras decía aquello comenzó a marcharse, adentrándose en el bosque mientras el pequeño gritaba su nombre, pidiendo explicaciones pero éste no se dio la vuelta.

Cadenas de sangre: la nueva leyenda, el mounstruo sin amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora