-¡¡A por ella!!- dijo un grupo de chicas enfurecidas, que llevaban cuerdas y unos tirachinas en las manos.
-¿Que hecho para merecer esto?- se preguntó una niña de once años, sus zapatos resonaban por el pasillo y eso delataba su posición- Menudo día...Sólo es el primer día de clase y ya se meten las chicas conmigo. ¿Y yo que culpa tengo de que Isaka se me declare?
-¡¡¡Pues porque eres muy popular entre los chicos sin hacer nada, sólo por ser muy bonita!!!-exclamó una niña llamada Momo. Mientras la pequeña corría por los pasillos intentando no caer, ella rezaba para que no la atrapen; lo malo es que si seguía así no duraría mucho tiempo. "Si Hayate estuviera aquí, seguro que las asustaba con su katana y luego me abrazaría y se preocuparía por mí" pensó en ese instante, "Pero que digo, si yo sólo tengo 11 años, estoy en primaria, soy una llorica y me ve como una niña pequeña; aunque él sólo tenga 12, además está en secundaria. ¿Por qué?". Mientras ella corría, las alumnas la perseguían por todo el pasillo, pero de repente una mano negra se extendió por el pasillo, la cogió del jersey y la metió en un armario blanco y oscuro; lo único que pudo ver fueron unos ojos de color amarillo, y un pelo de color rojizo, sus manos estaban frías y esa sombra era alta. -Otra vez te has metido en problemas, ¿no es cierto?- dijo una voz dulce, pero a la vez era fría- No me gusta cuando ocurre eso; deberías plantarles cara.
-¡Hayate eres tú!¿Has venido a salvarme?- susurró Riku (la niña de 11 años)
-Pues sí, ¿quién si no?- anunció con un tono irónico- Ven que he encontrado un nuevo pasadizo, que justo lleva a tu residencia-dijo, mientras cogía de la mano a Riku y se la llevaba por el túnel que se formó al pisar una baldosa. Horas después...
Era de noche y ya comenzaba hacer frío; y para no aburrirse comenzó a leer el periódico que dejo su hermana al lado de la chimenea. ''Todo son noticias tristes, qué aburrido...''. Comenzó a llover y ha hacer truenos, lo único que se podía hacer a esa edad era saltar en los charcos, pero si Ayano no estaba no podía ir, sin su permiso no; ser la hermana pequeña no mola, no podía ir a la clase de ésta; estaban estudiando, Ayano pertenecía a la clase nocturna y aunque pidiese permiso se negaría; ''Desde que murió mamá, no me deja hacer nada''. En ese instante cogió su diario y comenzó a escribir lo que había hecho hoy y el bulling diario que solía sufrir en primaria. No era fácil ser una niña normal en un colegio donde la mayoría de los estudiantes eran hijos de cazadores de monstruos, y donde una pequeña parte eran vampiros o licántropos, a los alumnos de secundaria y de bachillerato de los sectores A y B eran respetados y admirados, pero los niños de primaria eran marginados y a los de infantil no les pasaba nada. No era justo, y nunca lo será... Mientras tanto habría que aguantarse y esperar hasta el año que viene. Siempre numerosos alumnos de la clase diurna tanto chicos como chicas iban a recibir a los de la nocturna con regalos o sino con la intención de ligar con ellos, aunque sabrían que sería imposible o también para acostarse con alguno/a de esos estudiantes, incluso si no había amor. Ella sólo iba a ver a su hermana y siempre numerosos chicos se le acercaban a darle regalos, eso era bueno si le gustaba recibir cosas, pero ella no lo veía así y lo que hacía era aceptarlos y si alguno le gustaba lo guardaba y los demás se los daba a los de su residencia (el sector A: Vampiros) Pensar sólo en ello le comenzaba a dar risa, porque al único que le dará su corazón será a Hayate, aunque sería difícil; porque era el chico más popular de secundaria y tenía muchas admiradoras y algún que otro admirador. Pero también era un prefecto, un descendiente de cazadores... Nunca lo conseguiría, porque él sólo la ve como una niña pequeña, como su hermana pequeña...
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Cadenas de sangre: la nueva leyenda, el mounstruo sin amor
Roman d'amourDesde pequeño le encerraron sólo por ser distinto y lo maltrataban por diversión. Al ser odiado, hizo que desesperado buscase la salvación haciendo un pacto con el diablo. Al no tener a nadie con quien jugar hizo que inventase amigos imaginarios que...