•CAPITULO 1•

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☆Song: 2:50 remix☆

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Lucas…

No podía pensar en nada más. Mi mejor amigo, mi hermano de vida. Lo encontraron, y sudaba frío mientras el coche avanzaba por las calles oscuras. Cada minuto se sentía eterno, como si nunca fuéramos a llegar al lugar donde lo tenían.

Las imágenes del accidente volvían una y otra vez a mi mente, atormentándome. El crujir del metal, el grito de dolor… Pero lo peor fue lo que vino después. Lucas se culpaba, aunque era yo quien conducía esa noche. Yo fui la que perdió el control, no él. Pero aún así, nunca dejó de cargar esa culpa en sus hombros. Y ahora, después de todo, se había hundido en problemas aún más oscuros.

Drogas, peleas, deudas. Lucas, mi querido amigo, había caído en un abismo que lo devoraba día a día. Desesperado, terminó robándole a la persona equivocada. ¿Cómo había llegado a esto? ¡Dios mío! ¿En qué se había metido? Solo esperaba que estuviera bien, que llegáramos a tiempo.

Giovanni, su primo y otro pilar en mi vida, estaba a mi lado, con el rostro rígido por la preocupación. Él y yo habíamos pasado horas buscando una salida, un plan para ayudar a Lucas. No importaba cuán profundo estuviera, lo sacaríamos de ahí, juntos.

Pero cuando llegamos, lo primero que vi fueron las luces intermitentes de las ambulancias y los coches de policía. Mi corazón se detuvo por un instante. El sonido agudo de las sirenas me perforaba los oídos, y entonces, lo segundo que vi fueron los padres de Lucas. Estaban destrozados, llorando, gritando, abrazándose en medio de la desesperación.

Y lo tercero… Lo tercero fue lo que me quebró por completo.

Dos cuerpos cubiertos por sábanas blancas. Las camillas siendo empujadas hacia la ambulancia. No veía los rostros, pero algo en mi interior lo sabía. Sentí que me arrancaban el alma. Mis piernas temblaban, el aire se volvía denso, mis manos frías como el hielo.

—No… No, no… ¡No! —murmuré, negando con la cabeza mientras mis pies se movían solos hacia ellos. No podía ser. Esto no podía estar pasando. Él no podía dejarme. No podía dejarnos.

Entonces, el grito desgarrador de Giovanni me alcanzó.

—¡Luca! —su voz resonó como un trueno, y en ese instante caí de rodillas al suelo.

Todo a mi alrededor se volvió borroso. Mi visión estaba nublada por las lágrimas, mis oídos zumbaban. Sentí a Giovanni correr hacia el cuerpo de Lucas, moviéndolo con desesperación, gritándoles a los paramédicos que lo despertaran, que hicieran algo. Pero yo lo sabía. En el fondo, lo sabía.

Lucas estaba muerto.

Mi mejor amigo, mi otra mitad, se había ido. Y con él, una parte de mí murió también.

#1- Aún no es nuestro momento                              (BORRADOR-COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora