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chapter lxxiii. ( the last olympian ) ❝ his mortal tether ❞
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Sentí dolor cuando volví en sí. Noté un trapo frío contra mi cabeza y, cuando recuperé la visión, vi a Silena mirándome al borde de las lágrimas. Era verano, pero me parecía estar de nuevo congelada, como cuando acababa de salir de la Transición. Temblaba y sentía las mantas sobre mí. Eso sólo empeoró el dolor y me estremecí. Creo que estaba en el Hotel Plaza, donde habíamos montado el campamento con una enfermería, una táctica de combate y demás. Pero mi cabeza era ligera y la dejé caer hacia atrás.
—¿Qué ha... pasado? —me dolía hablar, tenía la voz ronca.
Silena sollozó, secando rápidamente las lágrimas mientras seguía presionando el paño sobre mi cabeza.
—Estás muy herida, Claire. La daga... estaba envenenada.
Pienso que no pude comprender la verdadera gravedad de la situación.
—Oh... —murmuré, tratando de ver mi brazo. Hice una mueca de dolor cuando torcí el cuello y vi a Cain, Annabeth y sus hermanos rodeándome—. Um, hola... —conseguí decir—. El puente... estábamos en el puente —mi estómago se sacudió—. Dios, Percy... —traté de moverme, pero dejé escapar un grito sofocado de dolor. Los pinchazos atravesaron mi carne y volví a caer, con la vista nublada de nuevo.
—Ni se te ocurra —dijo Annabeth, sus ojos grises doloridos—. Descansa, ¿vale? Él está bien. Tus hermanos siguen en el puente buscando a M... —se detuvo y compartió una mirada incómoda con Cain.
—¿Qué? —fruncí el ceño, sintiendo de nuevo esa caída de mi estómago. Si no estuviera tan aturdida, creo que me habría dado cuenta, pero ahora mismo, no podía pensar con claridad. Era solo dolor, dolor, dolor, Percy, dolor, dolor, dolor—. ¿Qué buscan?
Antes de que Annabeth pudiera responder, una voz sonó desde el interior:
—Luego. ¿Dónde está Claire?
Jack Mason respondió:
—En la terraza. Está viva, chico, pero...
Pero Percy pasó de largo. Lo vi acercarse corriendo con Will a su lado. Se abrieron paso entre el grupo que me rodeaba y logré esbozar una sonrisa al verlo.
—Estás a salvo —murmuré mientras Annabeth y Cain retrocedían y Will desenvolvía las vendas para examinar la herida.
—Sí... —Percy vio la herida y se atragantó—. Dioses, Claire...
—Veneno en el puñal, ¿cierto? —pregunté a Silena débilmente, y ella asintió—. Qué estúpido de mi parte, ¿no? Pero no pasa nada. Estaré bien.
