Draco

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Draco miro una ultima vez a Harry sintiendo un vacío en el alma, le sonrió con ternura y vio con alivio como el mago fértil entraba a la mansión. Lucius lo miraba con tristeza, él era el único que sabia lo que tuvo que hacer para apaciguar la ira de Goyle.

-se fuerte hijo mío- dijo Lucius y contemplo a su hijo, sabia que seria la ultima vez que lo vería.

-cuida a Harry y a Scorpius- pidió Draco con tristeza- ellos son lo más importante y si de he sacrificar mi vida por asegurar su existencia con gusto lo hare.

-podemos intercambiar- sugirió Lucius de nuevo- Gregory Goyle no se enterará, tú y yo somos iguales, como dos gotas de agua.

Desde que supo el precio que Goyle exigió por retirar los cargos, hizo lo imposible para convencer a su hijo que usara la poción multijugos, el ya había vivido mucho mientras que su hijo solo tenia 25 años, demasiado joven, incluso para los estándares muggles.

Draco miro a su padre y le pareció que lucia mas viejo que nunca, la desesperación había hecho mella en el cuerpo de Lucius, se le notaba en la forma como apretaba el bastón, en las marcas bajo los ojos y en lo hundido del rostro.

-no podría hacerlo, di mi palabra papá y debo cumplirla...por mi honor- dijo el joven lord con lagrimas en los ojos- aunque no quiera y tenga miedo, debo cumplir con el juramento inquebrantable.

Draco se apareció a las afueras de la mansión Goyle donde Gregory lo esperaba. Avanzo hasta la entrada y vio a su amigo.

La viudez y la muerte de su hijo habían dejado al bondadoso de Gregory convertido en una sombra, sus ojos lucían rojos por el llanto y sus manos llenas de heridas.

-cumpliré mi palabra, pero tu dejaras en paz a mi esposo- dijo Draco con voz de hielo.

-sigo siendo un caballero, a diferencia de la zorra con la que te casaste- replico Gregory con la voz pastosa, producto del wiski de fuego.

Draco siguió a Gregory por los pasillos hasta que llegaron al sótano, donde en una esquina descansaba el féretro de Daphne custodiado por Astoria.

Gregory se hizo un corte en la muñeca y empezó a hacer un círculo, por otro lado, Astoria levitaba el cuerpo de su hermana y Draco revisaba el libro de hechizos.

El conjuro que iban a hacer era oscuro, pura magia negra y muy antiguo, había muy poca información por lo que debían confiar en la suerte.

-empecemos- ordeno Gregory, por un momento las lagrimas asomaron a sus ojos, al ver a su esposa.

Draco y Gregory empezaron a recitar el hechizo y Astoria vio como rayos dorados y negros iban hacia el cuerpo de su hermana, atravesándola.

Por minutos los rayos variaban de colores hasta que regresaba al negro. Draco miro el cuerpo de Daphne que se contorsiono cuando le impacto el rayo rojo, continúo recitando las palabras hasta que sintió un desgarro en el corazón.

Draco cayo hacia atrás.

Gregory continúo recitando, una sonrisa empezaba a nacer en sus labios mientras Astoria se arrodillaba junto a Draco.

-resiste, solo un poco más- dijo la bruja.

Draco miro los ojos verdes de Astoria y deseo que fueran los de Harry. Pensar en su amado esposo le dio fuerza para continuar con el hechizo.

Hacia el filo de la media noche Daphne abrió los ojos, Astoria corrió a su encuentro.

-hermana- murmuro la bruja y sonrió al ver los ojos azules de Daphne.

-no hagas ruido- retó la rubia y Astoria lloró.

Esa sola frase fue suficiente para darle esperanza.

Gregory y Draco continuaron recitando el hechizo hasta la 1am, cuando el rubio no pudo sostenerse y cayó al suelo, convulsionándose.

Gregory cargo en sus brazos a su esposa y se apareció en su alcoba mientras que Astoria ayudaba al rubio a recomponerse.

-gracias, Draco, mi familia ahora tiene una deuda de sangre contigo- dijo Astoria y se apareció.

Señora MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora