Ohm, el temido líder de la mafia Rosa Roja, es un hombre serio, frío y despiadado, cuya autoridad no tiene rival. Poseedor de un poder y una riqueza que muchos envidian, vive atrapado en una jaula de oro, cargando con una profunda infelicidad y una...
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— Sí, tal vez tengan razón, pero aún así no bajaré la guardia. —Koa habló con seguridad; estaba dispuesto a saber todo sobre Fluke, incluso lo que escondía.
— Como tú quieras. —Kao estaba por responderle a Off cuando el sonido de su teléfono lo interrumpió. Tuvo que contestar, ya que era Ohm.
Llamada...
— ¿Qué pasa, jefe? —Kao respondió con seriedad, presintiendo que el motivo de esta llamada no sería algo bueno para él.
— ¿Ya están todos preparados?
— Sí, todos estamos listos para el ataque. Solo faltas tú.
— En unos minutos llegaré.
— Entendido, lo esperamos. —Antes de colgar, otras palabras lo detuvieron.
— Hazme un favor y prepara un arma calibre 50.
— Claro, pero ¿para quién?
— El arma será para Fluke. Él viene conmigo.
— ¿¡Qué!?
— Ya me escuchaste, así que prepárala ya. Muy pronto estaré allí. —Sin permitirle replicar, Ohm colgó la llamada.
Llamada finalizada...
Boum había visto cómo la cara de Kao se deformaba en una expresión de asombro y disgusto, así que se acercó a preguntar:
— ¿Qué pasa? ¿Qué te dijo el jefe?
— Dijo que preparara otra arma para su pareja. —Ante tales palabras, los rostros de los presentes se llenaron de sorpresa, pero Zee fue el más disgustado.
— ¿Espera, qué? ¿Viene con él? —exclamó Zee al escuchar lo dicho por Kao.
— Así parece.
— Wow, nunca pensé que la pareja del jefe se metería en esto. —Sammy sonrió ante su respuesta; sin embargo, dos personas no estaban tan contentas con esta decisión.
Con Ohm y Fluke...
— ¿Y si toman otra ruta? ¿Qué haremos? —preguntó Ohm, mirando a Fluke, quien estaba sentado a su lado mientras uno de sus hombres manejaba.
— Por eso le diré a Sammy que hackee la radio de la DEA, para que sepamos en todo momento sus movimientos y podamos actuar sin errores.
— ¿Piensas en todo?
— Es necesario, para que nada salga mal.
— Tienes razón. —Justo en ese momento, el auto se detuvo.
— Jefe, ya llegamos. —El chófer avisó con calma.
— Bueno, que comience todo ahora. —Ohm y Fluke bajaron del auto y se dirigieron al equipo, que ya estaba preparado.