Melínoe estaba sentada de piernas cruzadas frente a Perséfone mientras esperaban que Hades volviera. Habían recolectado antes unas moras del bosque y las comían tranquilamente. Sin embargo, Melínoe ocultaba su verdadera tensión e intriga. Durante los últimos minutos junto a su madre, no había podido decir nada más sobre lo que veía porque le había quedado claro que Perséfone no veía lo mismo. Varias almas estaban paradas a unos cuantos metros de donde ambas permanecían y no dejaban de mirar fijo a Melínoe. En varias ocasiones, ella quería acercarse, saber quiénes eran y qué estaban haciendo ahí como para mirarla fijamente, es sólo que no podía porque Perséfone no se distraía el tiempo necesario.
Perséfone comenzaba a sentir melancolía. Cada vez faltaba menos tiempo para que Melínoe regresara a los Elíseos. Quería estar más tiempo con ella, pero era imposible. Los malestares de Melínoe no tardarían en surgir. Quería poder ir con lo ella y con Hades a su hogar, pero también era imposible. Aún faltaba tiempo para que pudiera volver. Veía de vez en vez a Melínoe y le sonreía. Tal vez exageraba, pero a medida que volvía a verla, la notaba más cambiada.
—Quisiera poder ir contigo —confesó Perséfone de repente y suspiró—. Cuando regreses a los Elíseos, ve a tu habitación sin dudarlo.
Melínoe exhaló con pesar. Era lo único que podía hacer.
—Te aseguro que no se me olvidará —dijo Melínoe con resignación. Alzó los brazos para acomodarse el cabello e inmediatamente se notaba su frustración.
Perséfone rio por lo bajo y se acercó más a su hija.
—Te ayudaré a acomodarlo mejor —propuso. Melínoe asintió estresada y permitió que Perséfone le ayudara. Pasó sus dedos por el rizado cabello para peinarlo. Este era demasiado suave, más de lo que aparentaba—. Tienes muy bonito cabello.
—Yo lo odio.
—No veo la razón por la que debas odiarlo —Seguía trenzando su cabello—. Cambiarás de idea más adelante, yo sé que así será.
—¿Por qué estás tan segura? —ladeó el rostro y vio de reojo a Perséfone.
—Instinto —Melínoe arrugó la frente y miró nuevamente hacia adelante—. Eres hermosa y cuando alguien más lo note, cambiarás aún más la percepción de ti misma.
<<¿Cuándo alguien más lo note?>>, pensó Melínoe porque no se atrevió a preguntarlo en voz alta. Ella misma se respondió, negando que eso fuera a suceder.
—Ese alguien no existe —dijo con seriedad.
—Claro que sí, es sólo que no lo has conocido. Cuando te enamores y alguien se enamoré de ti, siempre resalta la belleza y la felicidad.
—Ay mamá —respondió incrédula y con vierta vergüenza.
—No tiene nada de malo —Perséfone disfrutaba de esa conversación más que Melínoe. Terminó de trenzar el cabello y lo ató con un cordón que tenía en su vestido—. Ha quedado. Voy a darte unos obsequios. Iré por ellos.
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Memorias en la Oscuridad ||Melínoe|| Serie Romances Inmortales #5
RomanceParecía tenerlo todo; felicidad, amor y prestigio por ser la hija menor de Hades y Perséfone. Pero todo era una simple fachada del cruel destino que la obligó a vivir la mayor parte de su vida entre las sombras, siendo dominada por una terrible mald...