4.

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Chuuya no sabría decir qué había cambiado, pero sentía que algo en él lo había hecho.

Era el mismo Dazai, el mismo muchacho burlón que escondía más tristeza de la que quería admitir bajo su sonrisa, pero era... diferente, en algún sentido. Quizás eran sus ojos, los cuales de repente se veían apagados. Muy apagados, como si hubiera visto más cosas en unos días que él durante sus dieciséis años de vida. Como si ya no tuviera motivación para vivir.

Eso asustaba a Chuuya. No sería la primera vez que le veía de esa manera, pero la última vez que lo hizo... La última vez tuvo que llamar a una ambulancia. Tuvo que pasar tres días en una sala de hospital. No quería pasar por lo mismo.

Chuuya había nacido sin padres. O al menos era así en lo que a él respectaba. Quizá al haber carecido de ese cariño desde que era pequeño hacía que cada relación que tuviera con alguien que ganase su confianza fuera el doble de importante para él que para el resto de personas. No lo sabía, pero era cierto que a veces desearía... Desearía dejar de sentir apego a personas que no lo merecían.

Pero no podía evitarlo. Una vez Chuuya había confiado en una persona, esa persona sería importante siempre en su vida. No importaba lo que hubiera hecho. Ni siquiera importaba si era incapaz de perdonarles, siempre estarían en su corazón.

Y muchas veces, lo odiaba. Odiaba ser así.

—¡Chuuya!

Dazai apareció ante él con una gran sonrisa, inclinándose con las manos tras de su espalda.

—Dazai, ¿no tenías ahora la revisión de...?

—¿Te refieres al examen? Ya sé que lo he aprobado, ¿para qué molestarme? —se encogió de hombros. Lo que tenía ser un genio, ¿eh?—. ¿En qué piensas? Huelo el humo de tus neuronas desde aquí.

Se puso de cuclillas, aún sonriendo como un payaso. Ese idiota.

—En nada que te importe.

—Oh, ya deberías saber que no puedes mentirme, enanito.

Dazai podría haber cambiado pero seguía siendo el mismo imbécil. Eso siempre. Suponía que venía de nacimiento.

—No te estoy mintiendo.

Le miró, decidido a no ceder en su postura, y Dazai solo sonrió más.

—Ah, ahí está. Verás, Chuuya, cuando mientes, siempre haces lo mismo —su mirada se desplazó a su mano derecha, con la cual daba pequeños toques en el suelo—. Siempre mueves esa mano. Y además, no te enfadas cuando te molesto.

Chuuya se ruborizó.

—¿Y tú cómo sabes eso?

—Años de experiencia, podría decirse.

El pelirrojo rio. Dazai podría ser un idiota, pero siempre le hacía reír.

—Hablas como si me conocieras desde siempre.

—No desde siempre, pero tampoco toma demasiado tiempo acostumbrarse a ti.

—¿Entonces admites que te has acostumbrado a mí? —sonrió.

—Que no se te suba a la cabeza, solo lo digo por animarte. —Dazai era difícil de hacer reír, sobre todo si se pretende que sea sinceramente, y en ese momento estuvo demostrado—. ¿Y bien? ¿Me vas a decir que te pasa, o voy a tener que adivinarlo como siempre?

—Más bien, qué te pasa a ti es la pregunta correcta. —Dazai parpadeó, sorprendido—. Mira, ya sé que no quieres hablar del tema, y no voy a ser yo quien te presione, pero...

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⏰ Última actualización: Apr 29, 2021 ⏰

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