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Park Jimin, omega de veintidós años y asalariado promedio, con muchas ganas de crecer; caminaba cansado hasta su departamento, maldiciendo que viviera en el séptimo piso de un edifico sin elevador. Cuando tuviera un ascenso o un aumento, hablaría seriamente con Jungkook y ambos saldría de ese lugar poco habitable. Abrió la puerta de su "dulce hogar" y miró a los dos individuos que se encontraban en su sala. Parecía cliché verlos ahí.

—Hola Hoseok —dijo tratando de parecer lindo y carismático. No necesitaba hacer saber a los demás que era un omega gruñón y amargado—, ¿de nuevo estas aquí? —preguntó Park con una sonrisa incómoda pintada en su cara. Regresaba de lo que había sido un día agitado en la editorial y estaba demasiado cansado, lo único que quería hacer era tirarse a la cama y abrazar como un oso a su novio.

—Buenas noches —respondió Jung, con una sonrisa insoportable para Jimin—, mi hijo quería pasar tiempo con su padre y Jungkook dijo que me quedara.

Jung lo saludo con la mano y sonriendo, también de forma incómoda. El hombre, estaba en la sala del departamento que compartía Jimin con su novio, con el hijo de la ex pareja sentado en sus piernas, mientras veían una película en TV, era algo infantil por lo que podía observar. No había rastro de Jungkook por ningún lado.

Entró al departamento y cerró, dejó sus cosas en el sillón más pequeño y caminó hasta la cocina, dejando a los invitados en la sala, mirando lo que sea que estuvieran viendo en el televisor.

Se sirvió un vaso de agua y exprimió un limón, revolvió con una cuchara copeteada de azúcar y luego de unos segundos lo llevó a su boca. Nada como algunas calorías amargas por las noches.

¿Dónde mierda estaba Jeon Jungkook? ¿Y por qué estaba su ex esposo e hijo en casa?, ni siquiera era día de visitas.

Había pasado un mes, desde que Jungkook por fin había firmado el divorcio, con Jung Hoseok, pero parecía que seguían juntos. Escuchó la puerta principal abrirse y volverse a cerrar y adivino que era Jungkok.

Cuando salió a ver, efectivamente su novio estaba ahí en la sala, con algunas golosinas para su hijo. Jungkook sonrió al ver a Jimin, quien sonrió de regreso de forma instintiva.

No es que odiara a Hoseok, mucho menos a su hijo, sabía en lo que se metía cuando se enamoro de un hombre casado, pero también quería tener tiempo con Jeon, solos.

—¿A que hora llegaste corazón? —preguntó Jungkook y no espero respuesta—, salí a comprar golosinas para Sunyeol, pero traje suficiente para todos nosotros, ven a ver la película.

Jimin negó cansinamente al mismo tiempo que bostezaba.

—Quiero ir a la cama, mi jefe me está jodiendo las pelotas —dijo, pero cuando se dio cuenta de los rostros de la ex pareja, llevó sus manos a su boca y la cubrió—. Lo siento, Sunyeol, tu no escuchaste nada ok.

El pequeño sonrió burlón y asintió, por supuesto Jimin se apresuró a huir. Entró a su habitación, se cambió la incómoda ropa formal por un pijama y se tiro a la cama, se envolvió con las sábanas e intentó dormir. No pudo, el ruido que venía de la sala era demasiado fuerte, las risas de Sunyeol y Hoseok eran molestas y Jungkook no se quedaba atrás.

Por otro lado Jung Hoseok, no estaba feliz de invadir el espacio personal de su ex esposo, pero Sunyeol estaba muy apegado al hombre. El niño era quien más, la estaba pasando mal con la separación, apenas iban a cumplir tres años, así que no entendía nada. Y aunque fue duro para Jung saber que su esposo ya no lo amaba, tenía que aguantar su dolor y convivir con Jeon, o peor aun, con su amante.

No odiaba a Park Jimin, bueno sí, tal vez le tenía un poco de resentimiento. Era un chico joven, guapo, carismático; cosas sin importancia, Jimin podría ser un tipo feo, y aún así, seguir siendo el destinado de Jungkook.

Cosa de no creerse, se suponía que era una leyenda y de la población coreana, ni siquiera el 10% había encontrado a su destinado. Se casó con Jungkook cinco años atrás, ambos eran jóvenes, se conocían desde el preescolar y se habían enamorado desde la escuela secundaria, pensaban que habían nacido para estar juntos, pero cuando Park Jimin apareció, todo cambió.

Así que si, le tenía resentimiento por haberse llevado a su alfa, aún conservaba la marca de Jungkook en su nuca, pudriéndose poco a poco. Razón por la que tampoco podía estar lejos de Jungkook aunque lo quisiera, su alma estaba apegada a la del alfa hasta que encontrará otro, lo que era difícil siendo un omega marcado, abandonado y con un hijo.

Suspiro con sueño y cansado, Sunyeol y Jungkook seguían viendo la película en la pantalla, pero él tenía ganas de cerrar los ojos.

—Dejemos el final para mañana, es hora de ir a dormir —declaró y Sunyeol hizo un puchero molesto.

—Quiero dormir con papá —dijo de forma fluida y cada que hablaba, Jungkook alzaba su pecho orgulloso, su hijo hablaba mejor que el promedio de los niños. No había duda de que sería un alfa.

—No —declaró Hoseok, con su tono de voz autoritario—, y no vayas a llorar porque no vas a convencerme.

—Appa eres muy cruel —Sunyeol se quejo y Hoseok asintió de acuerdo.

—Los padres son crueles, sino los hijos se malcrían, así que dale un beso a tu padre y dile hasta mañana.

El niño así lo hizo, con pucheros molestos en el rostro y los ojos aguados. Jungkook quería decir que podía quedarse, pero no quería importunar a Jimin. Su omega estaba pasando por mucho con la situación actual.

Eran las dos de la mañana cuando las risas por fin cesaron. Estaba considerando mudarse, mucho más que antes. Nada bueno podía pasar si el ex esposo de su novio vive a lado.

Jungkook se unió a su lado en la cama y lo abrazo por la espalda, después de darle un beso en la frente. Aquel simple acto hizo a su corazón saltar de alegría y derretirse por Jeon. No tenía de qué preocuparse, después de todo, Jungkook lo amaba, tenía que competir con Sunyeol, pero era una competencia aceptable.

El ex esposo de mi novio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora