Antes: Días Cero
El día que nació el hijo de Katherina Johnson y Leonard Connor estaba soleado. El cielo se mostraba en todo su esplendor, liso sin ninguna nube opacándolo.
Un perfecto día de verano.Hacía calor, pero un calor agradable, de esos que de vez en cuando se ven interrumpidos por una leves brisas que te rejuvenecen otra vez, pasando por cada cabello, arruga, y rasgo tuyo, para acariciarlo suavemente en el aire.
Al pequeño niño lo llamaron Nicholas, porque según Leonard significaba: "Que lleva a su pueblo a la victoria". Así es, el pequeño bebé estaba destinado a ser alguien de destaque. Nicholas Connor, por ese entonces.
Y vaya victoria a las que los iba a llevar...
Por ese entonces el más pequeño de los Connor solo era un simple bebé llorón.
Pero los años pasaron tan rápido para Katherina que todavía se sorprende de pensar que parecía ayer, cuando tenía a un bebé en sus brazos.Y pronto, Nicholas dejó de ser un bebé para ser un niño. Un niño con una estupenda imaginación. Una imaginación asombrosa como la de cualquier niño y niña de su edad. Su madre disfrutaba de verlo jugar en la abundante hierba que crecía sanamente y realzaba el suelo con su color verde.
Pero no todo era perfecto. La vida en sí no es perfecta para nadie, ni siquiera para el que parece tenerlo todo. Siempre hay una razón, un hecho, un deseo inalcanzable o una necesidad insaciable, que opaca todo el mundo estable que uno procura construir a medida que pasa el tiempo y va creciendo. Siempre estará ese algo que romperá la simulación. Y lo que rompió la perfecta vida de Katherina Johnson fue su marido. O al menos eso era para ella y para cualquier ser humano que los veía pasear de la mano felices con el pequeño Nicholas en brazos, un matrimonio próspero y feliz. Pero no lo era. Al menos no oficialmente.
Leonard Connor no quería casarse, y estaba decidido a mantener esa firme promesa e idea, a pesar del profundo amor que sentía hacia la mujer con la que había decidido pasar sus días. La idea del casamiento nunca lo había dejado del todo cómodo, eso de entregarse completamente a la otra persona y que la esposa adopte su apellido le parecía completamente innecesario y apropiador, por no decir controlador. Y sin contar con que era un gasto todo el tema de la ceremonia, un gran e innecesario gasto. Si ya se amaban incondicionalmente y ambos lo sabían ¿Qué más daba?
Katherina, por otro lado, no compartía los pensamientos del que consideraba su marido. A ella no le molestaba todo aquello. Era del tipo de mujeres que soñaban con el vestido blanco, el hombre correcto y una Luna de Miel inolvidable.
Ese fue el primer desacuerdo que tuvieron ambos, podría decirse, con peso.
Johnson tal vez debería haber sabido o supuesto que lo que empieza con una simple diferencia de ideas, podía hundirse y profundizarse más en un futuro. Pero también podía llegar a ser un desacuerdo olvidado. Ella creía firmemente en la segunda opción.
Por lo que aceptó apenada la petición de su marido e igualmente adoptó ella misma, su apellido y se proclamó como su esposa, aunque no lo fuera oficialmente. A pesar de pasar días de desacuerdos y noches separados, Leonard aceptó las acciones de su ahora, mujer no oficial. Total, si para ellos estaban casados, era más que suficiente. No tenían por qué demostrárselo a otras personas y menos a un cura desconocido.Hasta que nació el pequeño Nicholas. Leonard quedó satisfecho al ver que su hijo era un varón y decidió él mismo ese nombre, sin consultarle a su esposa primero. Katherina Connor no se opuso, el nombre le parecía bonito sin darle tanta importancia al significado cómo lo hacía su marido.
Los días desde el nacimiento pasaron y Leonard, al ver a su mujer llena de felicidad por la criatura, pensó que era momento de terminar con su trabajo de una vez por todas, para dedicarse sanamente y completamente a su familia.
Su hijo estaba destinado a ser alguien a llevar a su familia a la victoria y prosperidad. Un hombre como él, como Leonard, cuyo nombre significaba que es fuerte y audaz como un león, estaba condenado a ser alguien fuerte, pero no con posibilidades de prosperar.
Heredó eso de su madre, el querer saber el significado de un nombre antes de pronunciarlo. Lo único que había heredado de ella, además de las cejas finas y la forma de su nariz. El resto era idéntico a su padre. Físicamente y mentalmente.
Nunca supo ni pudo saber si en algo más era similar a su madre. Su padre la asesinó frente a sus ojos a la edad de tres años. Esa edad en la que el niño recién comienza a adaptarse al entorno y establecer sus propias características.
Y Leonard las adoptó cada una de ellas.
Él también era un asesino.
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¿Un amigo imaginario?© (EN PAUSA)
HorrorLuego de que Katherina Jonhson se muda a un pueblo lejano para escapar de sus tormentos, finalmente, conoce al amigo imaginario de su hijo. Pero hay un problema: resulta ser un asesino en serie que comienza a cobrar una vida tras otra. La gran pregu...