La preocupación de Brian crecía medida Rogerina continuaba faltando al instituto, no le quedaba más que esperar al próximo ensayo de Smile ya que ella nunca se los perdía, mientras tanto debía lidiar con las ganas de Tim de visitar a Freddie y Roger los fines de semana, desde el suceso en la casa del rubio había comenzado a evitarlo, era fácil inventar excusas para no ir al local, lo difícil era aceptar porque realmente lo evitaba, el solo pensar en el rubio lo ponía nervioso, una clase de nervios que jamás había sentido.
- ¿Tim, alguna vez has sentido que...? ¿Alguna vez te atrajo alguien que no debía?
- ¿Qué no debía?
- Si, ya sabes, alguien con quien no es correcto que salgas
- ¿Cómo la madre de un amigo?
Brian frunció el ceño entre asombrado y asqueado ante la contestación de su amigo, ahora recordaba porque no solía hablar de cosas personales con él, negó con la cabeza ignorando el asunto mientras caminaban de vuelta hacia sus casas luego de una tarde de flojera juntos.
- Mejor olvídalo, nos vemos mañana ¡Y no te acerques a mi madre!
- ¡Era solo un ejemplo! ¡Tú preguntaste!
El guitarrista entro a su casa saludando a sus padres quienes parecían muy ocupados en armar sus maletas, y se desplomo en el sofá de la sala mirando el techo analizando sus problemas amorosos cual cálculo matemático, pero he ahí el problema, el amor no es matemático. Estaba seguro de que amaba a Rogerina, ella le hacía palpitar el corazón de una manera única, pero por otro lado era irrebatible que Roger le atraía.
- ¡Brian, teléfono!
Volvió en sí viendo a su madre con el auricular en la mano, se encontraba tan ensimismado en sus pensamientos que ni siquiera escucho el teléfono sonar a unos metros suyo, apresurado se puso en pie tomando la llamada y su madre desapareció continuando con los preparativos del viaje dándole algo de privacidad.
- ¿Diga?
- Hola ¿Cómo te encuentras?
- ¿Roger?
- Rogerina
- Ah... Hola
Cerró los ojos con fuerza maldiciéndose para sus adentro, agradeciendo que la chica no pueda ver al otro lado del teléfono la gran palmada en la frente que de dio ante su equivocación.
- ¿Cómo estás? Lamento mi ausencia estos días
- No hay problema, te extrañe
- Yo igual...
- ¿Podremos vernos? Aún se encuentra vigente mi invitación
- Cierto, no lo olvido... Cuando tú digas
- Mañana estoy libre, podría ser luego del ensayo
- Genial, hasta mañana
- Hasta mañana
El mudarse a otra ciudad es como comenzar una nueva vida, nadie te conoce ni sabe nada sobre ti, lo cual puede ser muy ventajoso cuando justamente eso es lo que necesitas. Roger ciertamente se había mudado allí por el trabajo de su padre, pero él también lo vio como una gran oportunidad para olvidar sus problemas en King's Lynn y ser una nueva persona en Londres.
- ¿Rogerina Taylor? ¡Rogerina Taylor!
- ¿Eh? ¡Ah! ¡Presente!
Sus compañeros rieron a su alrededor y viro los ojos suspirando, creyó que al entrar a la universidad todos serían más maduros pero seguían siendo los mismos idiotas que soporto en la escuela. Eso era algo que le gustaba de los pub que frecuentaba, por lo general era un ambiente mas maduro donde podía charlar tranquilamente de música mientras bebía algo.
Recordaba muy bien la primera noche que se animó a salir de Rogerina para conocer los populares pubs de Londres, le palpitaba muy fuerte el corazón, se sentó tímida en una esquina lo suficientemente cerca del escenario fumando un cigarrillo esperando que comience la función, y un grupo de hombres no tardo en rodearla, ella los rechazo molesta pero hubo uno en particular que no parecía aceptar un "no" por repuesta, Roger tuvo ganas de partirle la cara pero a su vez se contuvo temiendo exponerse, pero por suerte eso no fue necesario, un chico apareció para encargarse de aquel hombre, Freddie Mercury, tras haber sido llamado "mariquita", le propino un hermoso derechazo al sujeto partiéndole la nariz y ese fue el comienzo de una hermosa amistad entre de dos chicos nuevos en la cuidad con mucho en común.
