Prólogo

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Cruzó como un trueno el suelo polvoriento de Texas. Iba a lomos de un semental negro como si fuera uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Serena Tsukino, aterrorizada, dio un paso atrás y se escondió detrás de un árbol. Entre los invitados de la boda de su hermano se oyeron exclamaciones de asombro y murmullos. Casi nadie podría identificarlo a esa distancia, pero Serena sí podía y el corazón comenzó a palpitarle a toda velocidad.

Era Seiya Kou.

Seiya obligó a ir más despacio al caballo y se dirigió a la zona de baile. Miró hacia la multitud y Serena trató de esconderse.

—¿Qué has venido a hacer aquí, Seiya? —preguntó Jadeite, el hermano de
Serena.

—He venido a ver a Serena.

Las rodillas de Serena se convirtieron en gelatina y rezó para que no la viera. No estaba preparada para enfrentarse a él. Al menos, no todavía.

—Ella no quiere verte —respondió Jadeite—. Sal de aquí. ¿No ves que estamos celebrando una boda?

—Entonces ella tiene que estar aquí —replicó Seiya, mirando de nuevo entre la multitud.

—Vete de aquí. No quiere verte. Serena cerró los ojos.

—Hablaré con ella —dijo Seiya tras un silencio—. Dale el mensaje.

Temblando, Serena se tapó la cara con las manos. Una docena de imágenes le llegaron a la mente. Y le llegó el recuerdo de la voz cansina de Seiya, el día en que lo conoció en Chicago. Recordó el momento en que se giró y vio al hombre más fascinante que jamás había visto.

Seiya no era el típico vaquero. No solo sabía montar y utilizar el lazo, sino que
también hacía esgrima y dedicaba parte del dinero del rancho a invertir en la Bolsa
de Chicago. Cuando se conocieron, Serena estaba trabajando temporalmente para
una compañía de ordenadores y Seiya estaba haciendo un curso de empresariales.

Él la había hechizado antes de decir siquiera su nombre.

Serena todavía recordaba la tristeza que había sentido, tristeza que también se
reflejó en la cara de él, cuando habían descubierto que sus respectivas familias se
odiaban entre sí. Había tanto odio entre ambas familias de ganaderos, que se podía
llenar el Mar Rojo con él. Pero no era solo que se hubieran peleado durante
generaciones por la tierra compartida. Lo peor había sido que el abuelo de Seiya
había tratado de seducir a la esposa del abuelo de Serena y, poco después, la mujer
había muerto.

Pero aun así Seiya había sugerido con una sonrisa extraña que, ya que no estaban en Texas, podían fingir que sus apellidos eran otros.

Había sido el pecado más grande al que ella no había podido resistirse. Aunque, en realidad, había sido demasiado fácil enamorarse de él y el recuerdo de la pasión y las risas que habían compartido todavía la hacían temblar. Pero finalmente la realidad y la lealtad a su familia habían hecho su aparición. Y así, su relación había muerto tan repentinamente como había nacido. Serena, sin embargo, sufría todavía las consecuencias de su locura temporal llamada Seiya Kou.

En ese momento, se mordió los labios, abriendo mucho los ojos, y se tocó el
vientre abultado por el hijo de Seiya. La horrorizaba pensar en el día en que tuviera
que enfrentarse a él de nuevo. Sabía que ese día llegaría más tarde o más temprano.
Seiya Kou había sido hasta el momento su mayor pecado y su error favorito.

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Nueva historia, espero que les este gustando las nuevas historias..


by:Louis luka-san

PROHIBIDO ENAMORARSE... **HIATUS**Donde viven las historias. Descúbrelo ahora