Capitulo 5

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«Fuiste mía».

Serena recordó las palabras de Seiya al sumirse en un sueño inquieto. Las imágenes llegaron al principio borrosas.

La colocó sobre la mesa de su habitación de hotel mientras la miraba con los ojos brillantes. El corazón de Serena dio un vuelco y se preguntó qué pasaría después. Él siempre la sorprendía.

Seiya subió la mano por su pierna.

—Siempre he pensado que el hombre que inventó el panty debería ser azotado. Ella esbozó una sonrisa.

—¿Por qué? ¿Crees que sería mejor que nos muriéramos de frío?

—No —musitó él—. Pero hay mejores maneras de dar calor.

La mano del hombre subió por el muslo. Cuando encontró la piel desnuda, la sorpresa se reflejó en su rostro.

—Sin embargo, a la persona que inventó las medias habría que darle un millón de gracias. La verdad es que nunca dejas de sorprenderme —añadió, cubriendo su boca.

Serena se olvidó de todas sus dudas y se perdió en su beso. Con aquel hombre estaba perdiendo pie y lo único que podía hacer era confiar en que no se notara.

Seiya entrelazó su lengua a la de ella, provocándole para que le diera lo que quería. El cuerpo entero de ella respondió. Su respiración se hizo entrecortada, sus pezones se pusieron rígidos y todo en ella se encendió.

Seiya frotó hacia delante y hacia atrás la parte interna de sus muslos. Al mismo tiempo, introdujo la lengua en la boca de ella, igual que había hecho otras veces. Serena, en esa ocasión, dejó que se introdujera más profundamente.

Seiya se estremeció y se separó brevemente.

—Todo lo referente a ti supone una gran aventura para mí —el hombre subió la falda un poco más y metió la mano entre sus braguitas—. Eres la manzana prohibida, pero probarte no es suficiente. Quiero comerte del todo.

La mezcla de frustración sobrecogedora y deseo que había en la voz de él penetró dentro de ella. Aunque ni ella ni Seiya hablaron jamás de sus familias, era como una barrera que se erguía entre ellos, impidiéndolos acercarse más el uno al otro. Serena deseaba a Seiya. Deseaba beber sus palabras y explorar su mente eternamente y quería que él sintiera el mismo placer que ella.

Cada vez que la besaba, el aire parecía espesarse como ocurre antes de una tormenta. Serena sentía al mismo tiempo que no estaba haciendo lo correcto y, por otro lado, que aquello era algo inevitable. Cuando hacían el amor, siempre le pasaba, a pesar de que trataba de luchar con esa extraña sensación.

Impaciente por los obstáculos que se interponían entre ellos y la tensión que no

la dejaba gozar plenamente de él, se olvidó de ambas familias y decidió concentrarse solo en él.

Le desabrochó la camisa y pasó sus manos por su pecho sólido y caliente. Luego, dejándose llevar por su instinto, bajó las manos y le desabrochó el cinturón. Frotó su boca contra la de él y luego fue bajando para besar su cuello y su pecho. Finalmente, metió las manos en los pantalones, donde estaba su miembro duro y excitado.

Seiya dejó escapar un gemido y entornó los ojos.

—¿Qué quieres? —preguntó, al tiempo que sus manos exploraban su zona más secreta—. ¿Estás segura de lo que quieres, Serena?

La excitación de Serena creció en un segundo y sintió calor dentro y fuera de ella. ¿Había alguna vez deseado tanto aquello? Tragó saliva, llevándose su deseo y también su miedo, y lo miró a los ojos.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2021 ⏰

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