Pov Courtney ~
No pude ni dormir, estaba muy nerviosa. No podía dejar de pensar en todo lo que pasaría a partir de este momento. Y todo esto era por una razón: la mudanza. Por problemas económicos mi familia y yo tuvimos que irnos a vivir a Denver, Colorado, donde esperábamos que la suerte nos diera buenos resultados. Estaba muy feliz por encontrarle una solución al problema, pero también triste, ya que tuve que dejar a mis amigos, mi anterior colegio y todo lo que me importaba de Duluth, donde vivía antes. Pero ya había decidido que hora de dar vuelta la página y empezar una nueva vida. Aunque también tenía miedo de empezar todo esto; era mi primer día en el nuevo instituto, seguramente todos ya se conocían del año pasado. Esperaba que no fuera como era todo antes en mi ciudad, ya había visto como estábamos todos divididos en pequeños grupos y los chicos y chicas que se agregaban año tras año quedaban a un lado, aislados del resto, como abandonados. Una pequeña parte de mi mente tenía la sensación de que todo iba a hacer así. De todas formas no creía que iba a costarme mucho integrarme, solía ser muy simpática y esta podía ser una buena oportunidad para hacer muchos amigos. Y, por qué no, encontrar el amor. Apenas abrí los ojos, pude ver la silla en donde estaba la ropa que había dejado preparada del día anterior para ponerme hoy. Unos jeans claros ajustados, una remera mangas largas negra y un jersey negro con un gatito estampado. Bajé la mirada hasta el piso y divisé mis Converse negras y la mochila gris tirada a un lado. Me alegraba mucho que no tuviéramos que llevar uniforme y que podamos ponernos lo que teníamos ganas. Agradecí que hoy no hiciera tanto frío como era normal en la zona. Sin ganas, me levanté, me vestí, arreglé mi cabello, me puse un poco de perfume, tomé mi mochila medio vacía colgándome sobre un hombro y bajé a la cocina. La casa en donde vivíamos ahora no era una mansión, pero era mucho más de lo que habíamos imaginado, e incluso era más grande que la de Duluth que seguía siendo nuestra. Contábamos con cuatro habitaciones en el piso superior: una de mis padres, otra me pertenecía a mí, otra estaba llena de cajas de la mudanza que todavía faltaban abrir y solo habíamos sacando lo principal y la última tenía las camas de mis hermanos mayores que se habían negado a llevárselas cuando tomaron la decisión de irse a vivir solos. Ahora eso funcionaba como un cuarto de huéspedes o algo así. Luego había un baño en cada planta, una gran sala de estar y una cocina-comedor. También había un pequeño garaje en donde guardábamos el coche y unas bicicletas. Al llegar al comedor, me encontré con mi mamá que estaba leyendo una revista muy entusiasmada mientras terminaba de desayunar. Mi plato estaba justo enfrente de ella. Seguramente mi papá estaba trabajando en su oficina.
-Buenos días -saludé mientras me sentaba en la silla.
-Courtney, ¡buenos días! -sonrió-. ¿Lista para tu primer día en WSS?
-Sí, más o menos. Estoy muy nerviosa.
-Tranquila, no hay nada por lo que preocuparse. Pero no te tardes mucho que en un momento salimos -terminó de servirme el desayuno.
Entretanto le daba algunos bocados al sándwich y tomaba mi jugo de naranja, ella buscaba las llaves del coche por el salón, terminaba de arreglarse y tomaba su chaqueta mientras se dirigía al garaje. En cuanto terminé de comer limpié todo, cepillé rápidamente mis dientes y tomé la mochila que había quedado tirada a un lado de la silla. Busqué a mi madre por la casa, pero luego escuché un ruido de la calle y supe que ya había sacado el auto. Salí a la calle y la vi en la acera entrando al coche, esperándome.Aunque el colegio quedara a cinco minutos, ella había decidido llevarme en auto. Después de un largo tiempo observando la ventana preguntándome cuánto faltaba para llegar o cuál sería la escuela, un edificio con las palabras Wawanakwa Secondary School en color dorado colgadas en la parte superior apareció enfrente mío. Sus paredes eran de ladrillo y las columnas, junto con algunas esquinas y bordes, pintados de blanco. Cada tanto se podía apreciar algún ventanal y el salón que dejaba ver por dentro. Un enorme patio se extendía delante del establecimiento con pasto y algunas mesas de picnic. También, en un sector, había algunos aros de básquet colgados. En el centro, unas pequeñas escaleras llevaban al patio donde se abría un camino recto de baldosas que conducía a la entrada del edificio a través de otras escaleras de cemento. Allí se encontraba una gran puerta abierta que invitaba a entrar el instituto, donde estudiantes ingresaban y, extrañamente, salían. Había cientos de ellos repartidos por los distintos sectores del jardín. Saludé a mi madre, bajé del auto cerrando la puerta después de salir y, tomando con fuerza las correas de mi bolso, empecé a caminar hacia la entrada. Apenas entré, pude notar que estaba mucho más tranquilo, pero también era mucho más fácil perderse. A mi izquierda se extendía una fila de casilleros verdes con un número negro pintado en la parte superior. Al final, se abría un pasillo que daba lugar a algunas puertas y más casilleros. A la derecha, se encontraban las escaleras. Desde afuera se podía apreciar que tenía varios pisos. También había un pequeño bebedero. Al frente se abría un ancho pasillo con casilleros azules en ambas paredes con el mismo grabado. En algunos lugares estos dejaban lugar a una puerta de un salón con un cartel pegado en el vidrio. En ciertos puntos, las blancas paredes desaparecían y daban lugar a nuevos pasillos con más puertas que exhibían carteles tales como: "vestuarios", "gimnasio", "baños", "biblioteca" y los salones de todos los cursos. Muchos estudiantes pasaban a mi lado aunque, obviamente, no conocía a ninguno de ellos. Tampoco sabía donde seguir buscando la puerta con el año y curso que me correspondía. Ya había decidido que, si al cabo de cinco minutos más no encontraba el sitio, iba a buscar al director para que me ayudara a orientarme. Oh, espera, tampoco había encontrado la Dirección y no me animaba a preguntarle a los chicos que pasaban. Llegando al final de un pasillo, ya con las esperanzas perdidas y ya decidida de consultar a alguien o probar por las escaleras, miré la última puerta y el cartel que tenía pegado en el vidrio. Fue todo un alivio. Decía "4°B". Temblorosa, tomé el picaporte y empujé apenas la puerta. Pude oír algunas voces de chicas hablando en el interior. Gané confianza en mí misma, abrí a la totalidad la puerta y entré. Las tres chicas que había en el interior me miraron un poco confundidas, como si no tuvieran idea de lo que yo estaba haciendo en su salón y era bastante razonable, no sabían quién era. Una de ellas estaba sentada en un banco de la fila que estaba al lado de un gran ventanal. Tenía el pelo teñido de turquesa y negro, vestía de una forma gótica. Podía ver como sus jeans negros cubrían sus altas botas. Su tez era muy blanca. Otra estaba parada en medio del pasillo y era más llenita que la anterior. Vestía una camiseta amarilla con un dibujo de unas mandarinas chinas y jeans. También tenía unas sandalias. Su cabello castaño estaba recogido en una coleta. La última tenía ojos claros, su cabello rubio también estaba recogido y una gran sonrisa. Tenía una campera celeste, jeans oscuros y zapatillas Converse grises. Estaba sentada en un pupitre de la fila del medio del salón.
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Duncney
Fiksi PenggemarCourtney es una chica que llega a Denver por problemas familiares. Al empezar en una nueva escuela está muy nerviosa porque no sabe si va a hacer amigos o no, pero después se integra rápidamente. Junto a ella va a estar su grupo de amjgas, pero tamb...