"La normalidad es una mascara para los sádicos en un intento de evadir sus pecados"
Sienna Limonov esperaba que su pasado fuera olvidado en los adentros de la ruina, controlando su naturaleza y cubriendo la oscuridad en ella.
Adler Rush un asesino a...
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Que fría noche...
Tantas almas desconsoladas mereciendo tan insignificante tempestad.
Llamándonos pecadores pero sin embargo viviendo de las sobras que dejan los que gobiernan con tanta ansia.
El verdugo miraba con cautela y con devoción si así se le pudiera llamar a la frágil y destrozada joven que yacía tumbada en el frío suelo de su baño.
Pensaba en lo frágil e indefensa que se veíaahí recostada con las mejillas aun humedecidas por sus lágrimas, los labios resecos y partidos, temblando de frío por las horas que seguramente ya había estado en el suelo siendo la madrugada.
Ignorando por completo en como se había colado al departamento siendo que este se encontraba en el doceavo piso, pensó en lo pulcra que se veíaaúnahogándose en un sueño de sufrimiento.
Sonriódisfrutando desquiciadamente su sufrir, la manera en que su cuerpo gritaba la falta de atención y el claro estado en el que se encontraba.
Sin más que ver, la tomo en brazos de forma nupcial. Esta por su parte al sentir los fríos y duros brazos de quien la sostenía se acurrucó en el pecho contrario encontrando muy en el fondo un cálido confort.
El verdugo ni siquiera se inmutó del como se fundía en sus brazos, al contrario, sonrió en forma burlona sintiendo más que nada un sentimiento de lastima al verla tan indefensa.
Camino por el departamento aun con su cuerpo cargando sin dificultad. Era claro que por la falta de alimento está se encontraba en un bajo peso, sin embargo esto no le quitaba su envidiable belleza.
Entro a la habitación principal y la recostó en la fría cama con fragilidad para no despertarla.
La miro por unos instante y se acerco hasta quedar a la altura de su oído.
—No te preocupes, yo te liberare de tu sufrimiento —Dijo aun cerca de ella.
Se removió y le planto un beso en la frente.
— Para que entres en el mío, y entonces, nadie podrá sacarte de ahí.
