- Se... ¡Señor Fitz! - una vocecilla titubeante llamaba desde el otro lado de la puerta -Édgar despierta de un sueño pesado, la espalda la tenía adolorida, el colchón se aplastó tanto que fue como dormir en el piso. La cabeza le daba vueltas por lo de anoche, aún tenía en su mente el cuerpo esculpido a la perfección de la diosa de la guerra y la pasión, y de pronto la escena en la que la Diosa le circuncidaba. De un salto se despegó del piso, sintiéndo como las vértebras se le reacomodaban. Caminó hasta la puerta, la vocesilla seguía llamando, cuando giró el picaporte, al principio la luz del día le encandiló, pero al ajustársele los ojos, se encontró con una pequeña criaturilla humana; era una niñita de unos 8 años, con los cachetes regordetes, un cabello anaranjado sedoso y muy largo, tenía los ojos hinchados y con lagrimas. Vestía un vestidillo amarillo, una bufanda rosada y gruesa le cubría desde el cuello hasta su nariz, y una gorra terminada en una bolita le cubría la cabeza. Emanaba ternura pura y total, además de un cierto brillo y calor. - Bu... ¡Buen día, señor Édgar! - la niña saluda con excesiva cortesía, haciendo una reverencia - - Hola pequeña, ¿y tú quién eres? - preguntó Fitz muerto de la ternura - ¿eres familiar de las personas que están aquí? -- Eh... yo... soy... uhm... - titubeaba con nerviosismo - ¡Mi... mi nombre es Shemesh, se... señor!- ¡Oye! ¿Por qué estás tan nerviosa? -- Perdón, es que es la primera vez que tengo la oportunidad de hablerte, ¡¡y estoy muy contenta por eso! -- ¿De veras? ¿Y hace cuánto nos conocemos? -- Bueno... éste... -- Édgar se ríe y enternece - Dime algo ¿cuántos años tienes pequeñita? -- ¿Yo? - la niña se sonroja y junta la punta de los dedos índice en seña de vergüenza - Pues tengo 2,603 miles de millones de años -- Ah! con que 2,603 miles de millones de años, eh... pero que tier... Momento ¿2,603 miles de millones de años? -- 2,603 miles de millones de años, se... señor -- 2,603 miles de millones de años -- ¡¡¡Sí!!! -- ¿QUÉ CARAJOS? -- ¡Ah, papi! ¡El señor se enojó! - se fue corriendo despavorida -Desde la cocina aparece el gorila bestial de Dagán, con una cuchara en una mano. Cuando ve a Édgar, le da una mirada acusadora- ¿qué le has hecho a la pobre criatura? ¡Ella estaba muy emocionada por conocerte en persona! - le cuestiona Dagán -- 2.603 mil millones de años - Fitz aún no lo supera -- ¿Qué te pasa? ¿Acaso no es normal que una niña tenga esa edad? -- ¿Y TÚ QUÉ MIERDA CREES? -Se oyen unos sollozos hacia el fondo, Dagán se va a ver y lo sigue Édgar. Encuentran a la pequeña Shemesh en lágrimas. El fortachón la abraza tiernamente, y le explica que Édgar no se enojó y que sólo está algo confundido.- Se... Señor Fitz ¿De veras no conoces niñas de 2.603 mil millones de años? - - Pues la verdad tú eres la primera, ¡y definitivamente la más bonita! -Como si fuese un gato, de un salto se proyecta hacia Édgar y lo envuelve en un abrazo. "¡Al fin te conozco, Édgar! ¡Al fin puedo abrazarte y agradecerte por todo!". Una sensación de calor y brillo invadió el corazón de Édgar, era como si la niña y él se hubieran conocido hace ya mucho tiempo, como si tuviera en sus brazos a una hija. Cerró los ojos, y la abrazó con fuerza, dejando que la sensación de calor lo invada, lo arrope. Al abrir sus ojos de vuelta, Édgar estaba abrazando a una bellísima mujer, de ojos verdes, cabello dorado y semblante brillante como el sol. Él acarició sus mejillas, y ella respondía haciendo presión con la cara. De pronto, el cielo se oscureció detrás suyo, y el campo verde que les roeaba se volvió negro como la noche. "Una batalla muy amarga nos espera", le dijo la mujer, y lo envolvió en un abrazo. Cuando Édgar abrió una vez más los ojos, la niña estaba colgada de él, con las piernas entrelazadas, llorando de la felicidad.- Édgar, sé que no entenderás con facilidad esto, pero créeme que ella te conoce desde hace mucho, mucho tiempo - Dijo Dagán - Te conoce desde que naciste, y también conoció a aquellos que fueron tus ancestros -- He tenido una... visión, supongo - confesó Édgar -- Cuando entras en contacto con los dioses suele ocurrir eso, lo que viste fue a uno de tus ancestros - le explicó Dagán - Y hablando de visiones, supongo que tienes ganas de ir al baño y... ver qué hay ahí abajo -- ¿Eh? - Édgar se acordó de lo que pasó anoche -Entró al baño disimulando su desesperación, y se bajó los pantalones mientras empezaba a llorar, para encontrar que su prepucio estaba intacto, no habían marcas de corte, sangre; nada.- Vaya, no eres más que su víctima... como siempre - se le oyó a Dagán desde la puerta del baño -- ¿A qué te refieres? - preguntó aún consternado Fitz -- Es lo que le gusta hacer a ella, jugar con tu mente - le contestó el dios - después de todo, ella es la diosa más fuerte y peligrosa de todos. Supongo que el haber tomado la forma de una niña aparentemente indefensa fue un poco de su juego de ironías... -Mientras Édgar ordenaba sus ideas (una vez más), se oyó la puerta del departamento abrirse, en cuanto esta se abrió, un aroma frutal y dulce invadió el ambiente. Shemesh se bajó de un brinco de la silla sobre la cual tomaba el desayuno y fue corriendo a recibir a la persona que había entrado. Fitz levantó la mirada y casi escupe todo el desayuno; ahí estaba la diosísima, la que le hizo alucinar cosas tremendas que difícilmente se las iba a olvidar. Ella, al verlo, lo saludó tan casualmente que casi le rompió el corazón. Shemesh la envolvió en su cálido abrazo, que hacía que a la misma Astoreth se le enternezca su corazón de brea. Mientras tanto, Édgar sólo se quedaba ahí mirando, esperando a lo menos una explicación.- Nos movemos hoy a Jerusalén - dijo Astarté -- ¿Perdón? - cuestionó Édgar -- Ay, por favor - se quejó la diosísima - mejor ni hables -- ¡Maldita seas, señora de las moscas! - las palabras le salieron de forma automática a Édgar -
El silencio reinó por un largo y tenso segundo; en un parpadeo, las alas más negras envolvieron la visión de Fitz, un dolor agudo en la cara le hizo gritar. Las garras terribles de Astarté envolvieron su rostro, como un águila que busca perforar el cráneo de su presa. Édgar terminó en el piso, aplastado por el magnífico peso de la diosa, Shemesh rompió en llanto a la vez que Dagán la apartaba de la escena.De pronto, alguien llama a la puerta. Édgar fue liberado de lo que parecía una ejecución divina. Dagán se acercó a la puerta, y miró por el rabillo. Giró rápido la cabeza y nos motró una cara de susto. "Es Él". Desllaveó rápidamente la puerta y la abrió para dejar entrar al que estaba en frente.¡Alabado sea el Señor!
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Las Divinas Alas del Guerrero
FantasyUna guerra se avecina; en esta tierra yerma, los herejes pagarán por sus pecados. Edgar Fitz tiene la compleja labor de intermediar entre dioses, hombres, y demonios. Descubre cual es el destino que depara a la humanidad y al universo, y qué fuerzas...