Imparable.
Kristyn.
El pitido de la alarma se hace presente consiguiendo que un gruñido salga de mis labios, giró al otro lado de la cama y al sentir la tibieza de esa parte abro los ojos al instante. Parpadeo varias veces y recorro la habitación con la vista sin encontrar nada fuera de lugar, de mala gana apago la alarma ¿Por que tengo que ser tan responsable? Son las cuatro de la mañana, cualquier persona de mi edad debería seguir durmiendo o de fiesta. Pero como yo no soy cualquiera me estoy vistiéndome con un atuendo deportivo que había dejado lista la noche anterior.
Voy al baño, hago mis necesidades, me cepillo la boca, me peino y echo mi perfume habitual. Mamacita, le lanzo un beso a mi reflejo y salgo, rápidamente tiendo la cama, organizó lo que está fuera de lugar sonriendo al ver todo perfecto. Tal y como hacía cuando vivía en las centrales, estoy en una nueva etapa de vida y mis ideologías son irremplazables. Me gusta como era solo que ahora soy una versión mejorada.
Hay un dicho que dice que si desde que te levantas y haces los deberes que te corresponden con la mejor actitud tendrás un buen día. Con la mochila militar colgada sobre mi hombro salgo a la cocina y me sorprendo al ver a Gloria sirviendo el desayuno.
— ¿Es que no duermes?
— Buen día señorita Salvattori —saluda con una sonrisa—. Me levanto cuando la doña lo hace —me extiende un tenedor el cual no dudó en recibir.
Tendré un día largo y es mejor iniciarlo con algo en la panza. Desayuno apresuradamente, casi atragantándome, pretendo llegar a tiempo para lo que tengo planeado.
— ¡Se va a ahogar! —dice asustada.
Me limpio la boca con una servilleta y no puedo evitar sonreír y guiñar un ojo para que entienda la referencia.
— Gracias, hasta la noche. —tomo las llaves del coche.
— Que tenga un buen primer día Capitán Salvattori.
Mis ojos brillan ante aquellas palabras y mi corazón palpita acelerado, ojalá esas palabras hubieran brotado de otras personas, que se sintieran orgullosos de lo que soy ahora. Le respondo con una sonrisa y salgo en busca del ascensor donde me esperan Harry y Mike, a veces me dan lástima las personas que trabajan para mi porque soy consciente de lo hija de puta que puedo llegar a ser y poner sus vidas en desorden.
El camino a la central es tranquilo y rápido, las calles casi desiertas juegan a mi favor. El láser me escanea el rostro, colocó la palma de la mano derecha en el panel que sale de la pared y cuando el sistema de inteligencia artificial (Lirot) habla. Me identifico con mi cargo, nombre completo y número de identificación. Las rejas se abren para nosotros y nos aparcamos en el lugar correspondiente.
Los escoltas salen cuando se los pido, aunque las ventanas sean polarizadas me dan la espalda para poderme cambiar dentro de la camioneta. Visto el uniforme negro de entreno, me calzo con las botas, termino atando el cabello en una coleta alta y firme y con mis habituales gafas de sol sobre cabeza.
Es una manía querer cubrir el peculiar color de mis ojos, acción que hago desde pequeña.
— Búscame una bocina y la llevas a mi oficina —le ordenó Harry—. Y tú —señalo al moreno alto, Brandon—. Lleva al bebé para que me lo equipen con los mejores juguetes —le doy la espalda—. No te apartes ni un segundo para que verifiques que nada quede mal o si no te haces cargo.
— Cómo demande.
— ¡Para ayer es tarde!
Tomó la mochila en mano y camino en paso firme hacia mi oficina. El día de ayer memorice los planos de la central al derecho y al revés, al igual con la lista e historial de los integrantes de la tropa que liderare analizando sus puntos fuertes, débiles y vulnerables. Si quiero darme a respetar entre un grupo de hombres dominados por el machismo tengo que hacerles saber que conmigo no van a poder y que soy mejor que ellos.
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TRAICIÓN
De Todo¿Amor? ¿Qué es el amor? Ser testigo del cruel asesinato de su propia familia, como violaban a la madre delante de su padre al cual le clavaban puñales en los costados del abdomen mientras de un tiro a quemarropa arrebataban la vida del hermano mayor...