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°• Capitulo III •°

— Vaya mierda.

Dejó caer aquel cigarro intacto por el borde, observándolo desaparecer a medida que se acercaba al suelo. Siempre hacía lo mismo; los conseguía a escondidas de los profesores y al momento de encenderlos se arrepentía y los acababa desechando. Y es que Gustabo no encontraba una manera de lidiar con el estrés acumulado en su ser, impidiéndole dormir y manteniéndolo en el jodido balcón de su habitación a las cinco de la madrugada.

Giró su rostro hacia la izquierda ante el sonido de una ventana vecina, dando con el balcón que pertenecía a Horacio y al menor asomándose con su típica sonrisa, vistiendo solamente una toalla alrededor de su cintura delatando junto a su cresta goteante que había estado en la ducha. Las perlas bicolores parecían iluminarse aún más bajo el manto de estrellas sobre sus cabezas.

— ¿Se puede saber que cojones hacías en los baños a las cinco, casi seis de la mañana?

— Podría preguntarte lo mismo.

— ¿Con quién te estabas besando en las duchas, guarro?

— Valiente de tu parte asumir que estaba con alguien y no llorando de miedo por los entrenamientos que habrán dentro de unas horas.

— Joder.

Ya pasados varios días del ataque a la escuela, las autoridades ordenaron volver a las clases con naturalidad, reforzando la seguridad y la vigilancia en el perímetro. Junto a esta norma, los preparativos para el festival deportivo no se hicieron esperar; en unas horas comenzarían a practicar sus habilidades para el primer evento de su clase, logrando cautivar a las agencias y conseguir ser compañeros de héroes profesionales, pero la situación no era emocionante para el rubio, al contrario, estaba aterrado y ansioso, tan solo pensar en la multitud observándole atentamente y juzgando su actuar en plena batalla aumentaba su respiración y causaba temblores en sus manos.

— Lo harás bien, después todo, solo reforzaremos nuestros dones y quizás nos obligarán a enfrentarnos entre nosotros. —Dijo Gustabo con un tono simple, intentando no contagiar al menor su notorio nerviosismo.— Hemos pasado por cosas peores a unas cuantas peleas, no seas blando, Horacio.

— Hmm... —Apoyando sus brazos en el balcón y recostando su cabeza sobre estos, se permitió hacer memoria de su vida en general; era cierto que siendo tan jóvenes habían tenido experiencias no muy agradables en este mundo, pero comparar cual era peor no calmaba sus nervios ante lo que ocurriría en unas horas. Sumándole que ninguno de los dos logró conciliar el sueño, seguramente comenterían algún error y todos lo verían fallar— No puedo evitar ser negativo, los demás tienen quirks muy fuertes, yo con suerte puedo moverme y esquivar unos cuantos golpes. Si hay pruebas que se basen en desplazamiento quizás tenga algo de ventaja pero... no lo sé, me es fácil moverme ante muchos obstáculos pero mis mariposas tampoco son muy veloces. Quizás si me... ¿Gustabo? —Detuvo su platica al notar la mirada perdida de su hermano— ¿Si quiera me estás escuchando?

— Ah. —Desvió su mirada al notar que había estado demasiado tiempo mirando la piel morena del contrario, la cual brillaba por las gotas de agua reflejando la luz de la luna.— Te vas a congelar, ponte algo si estarás desvelándote aquí.

— No escuchaste nada, bien.—Volviendo a su posición inicial, peinó su cresta luego de que esta perdiera su forma con el agua. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al sentir la brisa nocturna congelarle hasta los huesos, había intentado entablar conversación con Gustabo al verle decaído, mas este no parecía querer compañía en ese momento.— Intentaré dormir las dos horas que nos quedan antes de entrar a clases, deberías hacer lo mismo.

— Debería. —Cerró sus ojos luego de que el sonido de la ventana contraria delatara su soledad, permitiéndose respirar y dejar de fingir tranquilidad ante la inquietante situación, mas sintiendo una nueva presencia a su espalda que tensó el ambiente en cosa de segundos. No necesitaba voltear, sabía perfectamente quien estaba en su ventana, específicamente, en el reflejo que esta proyectaba.— ¿Te diviertes escuchando conversaciones ajenas, Pogo?