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Minho entrelazó su mano con la de Jisung, sonriendo levemente al ver cómo las mejillas del más bajo se coloreaban de un hermoso carmín.

- Te ves como un lindo tomate, Sung. ¿Puedo besarte?- comentó Minho, intentando con todas sus fuerzas no caer ante la tentación que tenía a su lado.

- Deja de decir esas cosas, Honnie. No me gusta sonrojarme.- dijo el menor, cubriendo su rostro con ambas manos, luciendo terriblemente adorable y hermoso ante los ojos del mayor.

- Deja de verte tan lindo. Le hace mal a mi corazón.- susurró el castaño, acercando sus labios a la sonrojada mejilla del más bajo, dejando un pequeño beso en la misma, haciendo que las mejillas del contrario se tornaran más rojas de lo que ya estaban.- Adoro besarte, Sung. Tu piel es tan suave...- siguió diciendo el castaño.

- Deja de ser tan lindo conmigo, Honnie. Harás que tenga falsas esperanzas.- respondió el chico a su amigo, intentando no tartamudear y logrando su cometido.

- Me gusta que tengas esperanzas conmigo, porque yo igual las tengo contigo, Sunggie.- confesó el castaño, acariciando nuevamente las hebras del más bajo.

Así se quedaron por un buen tiempo, abrazándose y entregándose amor. Como siempre hacían.

te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora