A lo lejos escucho un familiar beep beep, oh no, me quede dormida pienso horrorizada – abro los ojos mientras apago el despertador que suena como si no hubiese un mañana, 9:10 – Mierda, tuve que haber despertado hace 20 minutos – Digo mientras salto de la cama hacia el baño para tomar una ducha rápida.
Salgo del baño y me dirijo al armario maldiciendo por el desorden que allí hay, trato de buscar algo con lo cual parecer decente. Me decido por una falda negra corte “A”, una camisa manga larga a la cintura color mostaza sin dejar ver piel de la zona y unos zapatos de tacones color negro, me siento frente a la mesa con espejo y tomo el corrector rogando a Dios que me cubra los ojos hinchados, cubro mis pestañas con rímel y tomo un labial rosa claro y lo coloco en mis labios; me miro en el espejo, noto mi cabello negro azabache y mis ojos marrón oscuros, y contemplo mi color de piel tan blanco pensando que debería ir a la playa a conseguir un bronceado; no, me estoy distrayendo. Sacudo mi cabeza sacándome de mis pensamientos; por ultimo sello todo con un poco de polvo compacto y meto estas cosas en mi bolsa negra con dorado.
Me doy una última mirada en el espejo, tomo las llaves del apartamento y salgo al estacionamiento. Activo la alarma de mi Volkswagen New Beetle 2007, lo enciendo y lo pongo en marcha. Zigzagueo por el tráfico hasta que estaciono en la empresa “Lawson Architecture”, rápidamente me suelto el moño que tengo en el cabello, miro la hora en mi teléfono, 9:58 am; tomo mis cosas y salgo rápidamente del carro.
Me acerco a la recepción mientras me arreglo la falda y el cabello – Buenos días cariño vengo por la entrevista de hoy – Pongo mi sonrisa mas encantadora.
Me mira por unos segundos, detallándome – Un momento – Alza un dedo enfatizando lo que dijo hace un momento, toma el auricular de su teléfono – Señor Lawson aquí está la señorita…
Lucia McCartney – Digo aclarándome la garganta, dice mi nombre y asiente colgando el auricular.
Dice que subas, noveno piso – Dice con desagrado.
Asiento y me dirijo al ascensor, marco el nueve en el control de mando y espero a subir. Una vez arriba me dirijo con miedo a la oficina del mismísimo presidente de la empresa, que bueno que mi papa aun tiene contactos. La oficina tiene paredes de vidrio y Jeff está sentado en su gran silla muy adecuada para un presidente de una empresa; entro con educación y el señor Lawson se levanta de su silla y va hacia donde yo estoy estrechándome la mano – Hola señorita McCartney, llega tarde.
Si, disculpe, se me presentaron varios inconvenientes – Digo apenada. – Como tu sueño, me dijo tu papa que eres algo perezosa – Responde un poco irritado mientras me indica que me siente al igual que el. No, ¿por qué papa tiene que decir estas cosas? – Soy un hombre bastante ocupado, créame. Pero ya, no hablaremos de mi, hablemos de usted señorita McCartney, cuénteme ¿se siente usted capacitada para cargar con el trabajo de un presidente de una empresa importante?
Ok, eso vino de la nada, mi sonrisa se ensancha pensando… no, eso no puede pasar; a veces mi mente vuela muy alto – Eh, cla…ro, imagino que es bastante peso del que hablamos pero, supongo que la vida pone grandes desafíos para enseñar grandes lecciones.
Buena respuesta señorita – Dice y veo una sonrisa asomar en la comisura de sus labios
Decido sentirme orgullosa de mi respuesta, pero ese orgullo no dura mucho porque somos sorprendidos por una chica vestida con una falda gris pegada a las rodillas, una camisa de vestir blanca y un blazer negro, típica figura escultural: piernas largas, buen busto y trasero admirable, es rubia y tiene un moño de oficina en el cabello que acentúa con unos lentes – Señor Lawson disculpe la interrupción, pee…ro lo necesitamos urgentemente en la oficina del gerente – Dice tartamudeando y con mirada sumisa, seguro todo el mundo le tiene temor a Jeff, el me conoce desde que tenía como 5 años, lo veo como si fuese un tío y se el temor que puede llegar a infundir.