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"Kageyama Tobio
Eres tan genial cuando entrenas día y noche para ser el mejor.
Eres tan genial cuando te dedicas en tus estudios para que estos no interfieran en el voleibol.
Eres tan genial cuando piensas meticulosamente lo que harás.
Eres tan genial cuando memorizas todas esas jugadas.
Eres tan genial cuando escuchas consejos de tus mayores y los aceptas como mejoras.
Eres tan genial cuando día con día intentas hacer algo nuevo.

Incluso eres tan genial cuando te la pasas discutiendo con ese chico similar a las mandarinas, o cuando bebes decenas de cajas de leche.

Eres tan genial que ni siquiera lo notas.

Atte: Kaze."

—Soy genial... —Susurró el chico.

—¿Ah? Por supuesto que no.

—¡Cállate, Hinata idiota!

—¡Solo digo la verdad! —Se quejó. —¿Aún sigues recibiendo esas cartas? —Kageyama asintió con un diminuto sonrojo en sus mejillas. —En este punto te envidio, debe ser grandioso tener un admirador, me gustaría tener uno y que fuera a alentarme en los partidos...

—No es un admirador. —Contestó con el ceño fruncido, sacando de sus divagues a Hinata.

—¿A no? ¿Entonces qué es?

Kageyama se tomó un momento para pensar su respuesta, ambos caminaban por los pasillos de la escuela en dirección al gimnasio.

—Es alguien que me conoce no solo como jugador, si no como persona. —Dijo finalmente estando satisfecho con su respuesta.

—¿De dónde han salido esas palabras? Creí que no tenías cerebro para decir algo así.

—¡Te haré mierda, Hinata!

El peli naranja recibió una patada en la espalda que lo hizo caer unos pasos adelante de Kageyama, tirando en el proceso la bebida de una persona.

—Oh mierda, fíjate por donde vas. —Exclamó la voz femenina de forma molesta.

Hinata avergonzando se paró en cuestión de segundos exclamando un millón de disculpas hacia la chica de cabellos extrañamente blancos, la cual se retiraba su sudadera que parecía ser de un club.

—¡Lo siento mucho! ¡No ha sido mi intención chocar con usted! ¿Es mi superior? En ese caso lavaré su sudadera, ¡Por favor acepte mis disculpas!

La chica estuvo por quejarse nuevamente, pero sus palabras se atascaron en su garganta al ver como un joven alto de cabellos negros se paraba al lado del pequeño de primer año.

—¡Eres idiota, Hinata! ¡Tiraste su leche!

—¡Ha sido tu culpa!

La chica carraspeó llamando su atención. —Está bien, descuida, fue un accidente.

Hinata se quedó en silencio confundido, pues minutos atrás la misma joven se había encontrado insultándolo y ahora parecía ser más amable, incluso podía decir que se encontraba avergonzada. De forma poco natural cubría su rostro con sus pálidas manos.

—Tu cabello es blanco. —Exclamó sorprendido Kageyama, nunca en toda su vida había visto un cabello tan blanco y una tez tan pálida.

—Kageyama no seas idiota, eso no se dice. —Susurró Hinata en su dirección, aun así la chica lo escuchó.

—¿Por qué es blanco? —La curiosidad del chico estaba a flote, y él al ser una persona tan directa no pudo evitar expresar sus dudas en voz alta.

La chica se removió incómoda, ¿Por qué de todas las personas en esa escuela tenía que haberse topado con él y el enano mandarina?

—Albinismo. —Susurró evitando su mirada.

—¡Oh! ¡Vi eso en biología!

—¿En serio? —Preguntó Kageyama pensativo, no recordaba haber tenido ese tema.

—Si idiota, seguro no lo recuerdas por tu diminuto cerebro.

Nuevamente el azabache lanzó una patada en su dirección pero esta vez Hinata logró esquivarla, sonriéndole con socarronería para después dirigirse a la chica.

—Nunca te había visto por aquí y no es por ofender pero llamas mucho la atención.

—Soy de la clase 4.

—¡Oh vas con Tsukishima! ¿Lo conoces? Es alto y tiene lentes. —Hinata señalaba con su mano por encima de su cabeza, haciendo énfasis en la altura del joven.

—Uh si, lo conozco.

—Es un idiota. —Dijo Kageyama con el ceño fruncido.

La chica hizo lo que pareció ser una sonrisa, luciendo más como una mueca. Gracias a eso Kageyama pudo observar sus ojos, perdiéndose en ellos por un momento, eran hermoso y contrastaban con todo el blanco de su rostro, incluso notó cómo sus pestañas eran blancas, era increíble.

—¿Cómo te llamas? —Hinata sonreía de forma amable, entusiasmado por hacer un nuevo amigo, en cambio Kageyama permanecía en su extraño trance donde se dedicaba a analizar a la chica frente a él.

—Haruno.

—¿Haruno...?

—Eh, solo Haruno, por favor.

—¡Bien, Haruno-san! Nuevamente te pido disculpas por tu bebida, puedo comprarte otra si gustas.

—No te preocupes, no es nada. Si me disculpan debo irme, voy tarde a mi entrenamiento. —Tras hacer una pequeña reverencia comenzó a caminar por el pasillo, alejándose rápidamente de ambos chicos.

—¡Yo soy Hinata Shoyo y el Kageyama Tobio! —Gritó Hinata señalándose a él mismo y al pelinegro a su lado, el cual solo veía como la chica se alejaba. —Su cabello me recuerda al de Bokuto-san, aunque el de él no es totalmente blanco, aun así es similar, me gustaría tener el cabello blanco, ¿Viste que incluso sus pestañas eran blancas? Me pregunto si el sol lastima su piel, ¡Era casi transparente! Podía ver las venas de su cuello.

—¿Cómo dijo que se llamaba? —Preguntó el pelinegro callando las dudas de su amigo.

—Se apellida Haruno, no quiso decir su nombre, ¿Le habré caído mal? ¡Es tu culpa! ¡Por tu culpa tiré su leche!

—¡Es tú culpa por ser tan idiota!

Nuevamente ambos chicos comenzaron a discutir cómo si minutos atrás por culpa de eso mismo no hubieran provocado el accidente con Haruno. Aun así Kageyama pensaba con curiosidad en la extraña chica de cabello blanco, tenía la vaga sensación de conocerla de algún lado, pero no sabía con exactitud de dónde.

 Aun así Kageyama pensaba con curiosidad en la extraña chica de cabello blanco, tenía la vaga sensación de conocerla de algún lado, pero no sabía con exactitud de dónde

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𝒦𝒶𝓏𝑒𝓀𝒾 • 𝒦𝒶𝑔𝑒𝓎𝒶𝓂𝒶 𝒯𝑜𝒷𝒾𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora