n u e v e

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"Kageyama Tobio
Te preguntarás porque hoy la carta espera en tu escritorio y no en tu casillero, bueno la razón es porque casualmente caminaba por las máquinas expendedoras y presencié como te molestabas porque ya no quedaban más cajas de leche.

Lo lamento, creo que yo tomé las últimas dos cajas, planeaba guardar una para mi entrenamiento, pero he decidido compartirla contigo, no es justo que por mi culpa no bebas de tu caja de leche diaria.

Así que Kageyama, disfruta de tu bebida.

Con cariño, Kaze."

Tal y como decía la carta, en su escritorio había encontrado una caja de leche y debajo de esta un sobre blanco el cual contenía la carta que acababa de leer, sus ojos brillaron al descubrir que la cajita de leche era para él, así que con una pequeña sonrisa la tomó con cuidado e insertó la pajilla en el orificio de la caja, para después comenzar a beberla gustoso.

—¡Te digo que parecía un pequeño recibiendo regalos en navidad!

—¿Hablas en serio?

—Te lo juro, cuando él llegó yo me encontraba recargada en la pared así que presencié todo con mis propios ojos, desde el como sus cejas se juntaban en confusión hasta el como se sentaba en su silla y bebía de su leche como niño pequeño, tal parece que esa es su debilidad.

—Que cosas dices Nishimiya... —Susurró Haruno con un rubor en sus mejillas. —Aún así me alegro de que le haya gustado, ¿No te vio al dejar las cosas?

—Las dejé cuando no había nadie en el salón, así que no, tu secreto está a salvo Haru.

—Te debo una.

Nishimiya sonrió con narcisismo, ansiosa de pedir su recompensa. —Lo sé, y planeo cobrártela ahora mismo.

Haruno suspiró sabiendo lo que la chica castaña planeaba pedirle, por lo que desde el suelo, pues se encontraba estirando sus piernas, alzó la vista para observarla.

—¿Y bien? ¿Qué vas a pedirme?

—Después del entrenamiento iremos a la tienda de Ukai-san  y me comprarás todos los bollos de carne que tenga.

—¡Nishimiya estás enferma! Siempre piensas en comer.

La castaña hizo un puchero, arrodillándose frente a su amiga. —Me la debes, Kazeki.

—Bien, bien, pero no me llames por mi nombre, aquí no.

—¿Temes que alguien me escuche?

La albina simplemente rodó los ojos, era exactamente por eso que no deseaba ser llamada por su nombre.

—Sabes perfectamente que sí.

Nishimiya soltó una risa cómplice, ella sabía absolutamente todo, desde el como Haruno conoció a Kageyama y este la motivó a seguir en el béisbol y dejar atrás ciertas situaciones, hasta el como su amiga cayó enamorada por el chico gruñón.

—Bien, pero no lo olvides, después del entrenamiento a comprar bollos.

—No creo tener otra opción... —Murmuró la albina.

Tras acabar su estiramiento y recibir el llamado de su entrenador ambas chicas se acercaron para dar inicio a un agotador entrenamiento del cual ambas disfrutaban.

—¿Me das uno?

—Nop.

𝒦𝒶𝓏𝑒𝓀𝒾 • 𝒦𝒶𝑔𝑒𝓎𝒶𝓂𝒶 𝒯𝑜𝒷𝒾𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora