Symphony

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Algunas veces cuando Kuroro despertaba por las mañanas y veía al joven rubio durmiendo a su lado, no podía creerlo. Parecía como si el Ángel a su lado se hubiera materializado de la nada, como si hubiera salido de sus sueños mas maravillosos y se hubiera materializado.

Kurapika estaba muy cerca de él, su respiración indicando que aún dormía profundamente. Kuroro se tomó su tiempo para apreciar el rostro de su amante, y su compañero desde hacía un par de años.

Su rostro era tan angelical con esas pestañas largas y hermosas, y esos dulces labios que tanto amaba.

El rubio se acercó aún más a él en sueños, y Kuroro lo recibió con facilidad, abrazándolo. Pasando distraídamente una mano por la espalda del rubio y la otra por sus cabellos dorados. Las hebras doradas en sus manos se sentían tan suaves como la seda.

Disfrutaba de este pequeño placer matutino, a veces deseando poder quedarse en cama con Kurapika todo el día. Imposible como siempre, ambos tenían trabajo así que tarde o temprano tendrían que separarse, pero eso estaba bien porque al final del día volverían a estar juntos y volverían a acurrucarse para dormir.

Kurapika abrió sus ojos, para encontrarse con el rostro de Kuroro quién lo veía tan intensamente como cada mañana. A veces se preguntaba que encontraba el pelinegro de interesante al verlo dormir. No era la gran cosa, ¿Verdad?

-Buenos días amor- le sonrió el pelinegro y besó su frente dulcemente.

-Buenos días- dijo Kurapika, un poco ocultando su sonrisa y el leve sonrojo – ¿Hace cuanto que estás despierto?

–No mucho, realmente. Tal vez 5 minutos - le dijo aunque después agregó mentalmente- o tal vez 30 minutos

-¿Irás a trabajar hoy?- preguntó Kurapika suavemente su voz algo adormilada aún.

Kuroro tenía su nariz enterrada en los mechones rubios de la coronilla de Kurapika, disfrutando del dulce aroma matutino. Preguntándose si alguna vez se aburriría de esta rutina matutina. No, nunca, ni en un millón de años.

–Tengo trabajo que hacer, pero puedo hacerlo desde casa. Hay algunas correcciones que debo hacer y enviar algunos correos - dijo y no dudó en mostrar su descontento.

–Parece que estarás ocupado. Es una lástima, quería quedarme contigo todo el día aquí en la cama- susurró Kurapika disfrutando de las atenciones del pelinegro, aunque no lo admitiría en voz alta.

–Pareciera como si me hubieses leído el pensamiento.

Kurapika se rió un poco avergonzado.

–¿Qué hay de ti? ¿Qué planes tienes para hoy?

–Hoy tengo el día libre, pero ya que estarás ocupado estaba pensando en aprovechar para ir a visitar a mis padres. Mi madre ha estado insistiendo últimamente.

–Ya veo, ¿Quieres que te lleve?

–No, estaré bien. No quisiera interrumpir tu trabajo. Sería mejor de hecho, así terminarás pronto y tal vez tengamos el día de mañana para nosotros dos solos- le sonrió el rubio

-Adoro tus planes, siempre son perfectos.

–Lo sé.

Kuroro se encargó de preparar el desayuno como cada mañana.

Kurapika bebía su café con leche acompañado con hotcakes recién hechos con forma de gatito y adornado con algunas fresas; mientras Kuroro bebía su café con mucha azúcar y sus propios hotcakes aderezados con una gran cantidad de miel.

Disfrutaron de su desayuno juntos, hablando de algunos libros que habían estado leyendo, otra de sus rutinas indispensables para ellos.

Después de haber acabado de desayunar y lavar los platos, Kuroro se dirigió a su estudio para comenzar a trabajar.
Escucho como Kurapika se preparaba para ir a visitar a sus padres, sabía que cuando el rubio estuviera listo iría a despedirse así que lo esperó.

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⏰ Última actualización: Feb 28, 2021 ⏰

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