Eat me

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Desde que Kurapika tenía memoria, su tribu siempre se encontró alabando y temiendo a un demonio que se había apoderado de sus tierras.

El demonio se alimentaba de humanos, así que exigía un sacrificio todos los días. Kurapika estaba cansado de esa situación, todos los días sin falta una mujer era ofrecida al demonio. No quería ver a más gente de su tribu morir, ni sufrir por sus difuntos. Pensó que tal vez podría ofrecerse como sacrificio y, cuando estuviera con el demonio, intentaría asesinarlo. Tal vez moriría, pero era mejor que dejar que siguiera atormentando a su pueblo. Así que le contó su plan a sus padres y al líder de la tribu, su abuelo.

–Es una locura, Kurapika. ¡Es un demonio, no tendrás posibilidad contra él!- lo reprendió su abuelo escandalizado por la loca idea de su nieto.

–He estado entrenando por mucho tiempo abuelo, también he estado investigando sobre los demonios. Déjame intentarlo, no puedo seguir de brazos cruzados viendo cómo devora más gente.

–Si dejo que lo hagas, no habrá heredero. Lo siento Kurapika, pero no podemos dejarte hacerlo.

–Tu abuelo tiene razón, es muy peligroso. Y nuestra gente necesitará un buen líder cuando nosotros hayamos...– dijo su padre, pero no había podido terminar sus palabras porque Kurapika salió enfadado de la pequeña casa.

–Cariño- su madre lo alcanzó -No te molestes, créeme, esta situación también los tiene alterados, pero no pueden darse el lujo de perderte. Tu abuelo desea pasarte el cargo a ti cuando sea el momento, ya que sabe que serás un gran líder- le dijo su madre tomándolo de las manos para tranquilizarlo.

–Lo sé, sé que tienen esperanzas en mi, pero si no detenemos a esa cosa, tal vez no haya tribu que proteger en un futuro.

Su madre comprendió que era verdad. Todos estaban asustados y cansados de aquella situación.

–¿Estás seguro de que puedes matarlo?– el rubio asintió –¿Cómo lo harás?

Kurapika le mostró un cuchillo que tenía escondido entre sus ropas. La hoja era de un color negro como el carbón.

–Estuve investigando y un viajero me vendió está navaja. Es de platino negro, la debilidad de los demonios, con ella puedo matarlo.

Su madre parecía preocupada, pero decidió confiar en él.

–Bien. Vamos, te prepararé para la ceremonia. No le diremos nada a tu padre ni abuelo, o evitarán que pase- Kurapika asintió y siguió a su madre.

Lo vistió con las ropas tradicionales de las mujeres de la tribu, después lo maquilló para hacerlo ver más femenino. Afortunadamente, Kurapika ya tenía facciones femeninas, pero el maquillaje las acentuaba. Todo para engañar al demonio y hacerle creer que es una pobre e indefensa mujer. También le puso un velo blanco para ocultar su rostro de su padre y abuelo. El velo cubría su rostro, aunque no del todo, al menos lo haría indistinguible.

La hora de la ceremonia llegó, la gente de la tribu se reunió. Había una tarima donde el demonio aparecería para llevarse su ofrenda. La gente se alineó dejando un camino que Kurapika recorrería hasta la tarima.

La gente se inclinó en una reverencia, mientras Kurapika caminaba. El ligero sonido de los cascabeles anunciaba su llegada al altar. El rubio caminó sin mirar atrás, no había nadie en la tarima. Solo algunas antorchas de fuego colocadas para alumbrar. Cuando finalmente subió, un silencio sepulcral se apoderó del lugar, sólo el sonido del viento reinaba.

Todos esperaron hasta que una fuerte ráfaga de viento hizo que todas las antorchas de la ceremonia se apagaran seguido de un fuerte estruendo. El demonio había aterrizado en la tarima de madera. Kurapika no pudo distinguirlo en la oscuridad, solo sintió como el demonio lo tomó, lo puso sobre su hombro y volvió a volar. Kurapika se sorprendió, pero ni siquiera tuvo tiempo de gritar. Comenzó a sentirse un poco mareado, no podía orientarse, mucho menos atacar al demonio. Justo cuando comenzaba a controlar su mareo, el demonio se detuvo. Habían llegado a su guarida: un castillo abandonado en una montaña cercana.

Inmortals (One - Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora