epílogo;; pasado, presente y futuro.

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Casi cuatro años habían transcurrido desde que se graduó con honores en la preparatoria privada: el Aoba Johsai.


Hajime corría con una sonrisa en su rostro relajado. Subió las escaleras con algo de prisa y se inclinó considerablemente al saludar a todo el personal presente.


Las personas, algo sorprendidas por aquella formalidad sólo supieron sonreír apenados. Haciendo que el azabache se disculpara de inmediato.


"No hace falta, chico, tranquilo" le consoló un anciano, que amablemente pasaba su tiempo ahí.


"Mi nombre es Iwaizumi Hajime, vengo con los papeles requeridos para finalmente obtener mi cupo en medicina integral" dijo todo de golpe, sintiéndose nervioso a la par de eufórico.


Una de las secretarias le sonrió, pidiéndole luego dichos documentos.


Todo el papeleo duró menos de una hora, y de aquel edificio salió un Iwaizumi más brillante que nunca.


"Sí, sí. Las clases empezarán en dos semanas. Oh, sí. Lo conseguiré" decía, el teléfono contra su oreja y los murmullos de su padre acariciándole el oído. Hajime rió ante la desesperación de su padre por saber cómo le había ido.


"El casa te diré los detalles" murmuró, y cortó aquella llamada. Riendo para sus adentros.


 Sintiendo como todo en él estaba mejorando a pequeños pasos.


Un par de hojas se deslizaron fuera de su carpeta cuando cruzó la entrada de una cafetería, pero aquello ni siquiera lo notó. Ordenó un par de donas y una que otra galleta para llevar, hasta que su cuerpo dio un respingo cuando alguien le tocó el hombro.


"Disculpe, se le ha caído esto al entrar" soltó el chico que acababa de llegar y ahora iba tras él en la fila, pasándole tres papeles con su firma y unas fotografías.


El azabache se giró para agradecer tal gesto, pero, las palabras murieron momentáneamente en sus labios cuando aquel rostro apareció ante él.


Aquel rostro que jamás podría olvidar.


El de Oikawa Tooru.


"Iwa-chan" susurró el castaño. Sus ojos lo miraron con sentimientos encontrados y de repente quiso huir de la mirada del más bajo.


El azabache le sonrió con ternura.


Una ternura que Tooru no esperó recibir.


"Tooru, creo que has crecido aún más. Es molesto que seas tan alto" soltó, una sonrisa juguetona de esbozó en sus labios y tras recibir su pedido, Iwazumi salió del local.


Iwaizumi sintió que su corazón latía con fuerza, y aunque sus mejillas ardían con desesperación, su pecho ya no dolía tanto, como antes.


Lo que debía ser, fue. Y lo que debe ser, será.


Iwaizumi Hajime aún no se recuperaba del todo, porque las heridas duelen y no sanan tan rápido. Pero, podía decir con seguridad, que a pesar de todo, el rencor no existía en él.


Sin Oikawa Tooru en su historia, probablemente Hajime no se estaría esforzando tanto como lo hace hoy.


Cada persona y momento son importantes, sin importar lo bueno o malo que sean para ti.


 Aquello te hace quien eres, aquello te hace crecer.


La vida no es nada sin el dolor. Porque, sin dolor no podríamos distinguir cuando algo es placentero.


Sin tristeza no podríamos saber lo que es la felicidad.


Sin Oikawa Tooru, Hajime no hubiese escrito su historia jamás.


"Te perdono, Tooru. Espero que algún día puedas aceptarte como eres, también".

𝓵𝓸𝓿𝓮𝓻 𝓫𝓸𝔂 ⁞ ɪᴡᴀᴏɪ ⁞ ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora