capitulo 3

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En el momento que llegamos me di cuenta que el aire era frío y el cielo oscuro. Cuando bajamos del auto un hombre con una enorme cicatriz que atraviesa su ojo izquierdo se le acerca al señor Balthoman. Por lo que pude entender, el asunto era de negocios.

-Sígame señorita Hanna- dice el señor Balthoman.

Entramos a un bar, el hombre entrega una tarjeta al barman, el cual se retira un momento y vuelve con otra tarjeta que entrega de vuelta y señala una puerta que está al final de un oscuro y largo pasillo.

Cuando cruzamos la puerta dos hombres más se unen a nosotros sus ojos se posaron inmediatamente en mí, me sentía como un pequeño insecto que está a punto de ser aniquilado. Entramos a una habitación llena de hombres con miradas sin brillo, pero llenas de un misterio que jamás conoceremos.

Tomamos asiento y luego de varias horas de charla, que con cada minuto hacía que el ambiente se tornara más tenso. Lo que ocurrió a continuación no fue una sorpresa para nadie. El hombre de la cicatriz sacó su arma para amenazar a Jhon, lo cual realmente me sorprendió, él hizo exactamente lo mismo. Esto generó que todos en la sala se pusieran alerta.

Yo por mi parte no tenía ni idea de que era lo más conveniente para mí en ese momento. Lo único que pasaba por mi mente era cómo saldría de ahí. Teniendo en cuenta las circunstancias, no sabía si gritar, quedarme inmóvil, callada o salir corriendo (lo cual no creo que mis piernas hubieran entendido).

Lo siguiente que escuché fue un disparo. El hombre de la cicatriz cumplió con su amenaza. Por suerte Jhon solo recibió un roce en su hombro derecho, pues, gracias a Dios, reaccionó a tiempo y le devolvió el disparo justo en la cabeza.

Esto fue demasiado para mí, entré en shock. Todo empezó a darme vuelta, no entendía nada, todo era muy confuso y supongo que me desmayé porque no recuerdo lo que pasó después.

La pica roja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora