Please don't leave
Mayo 1998
Hogwarts era un caos. Los estudiantes que habían decidido pelear en la batalla corrían de un lado a otro, cada uno con tareas diferentes.
Tomados de la mano, Draco lo arrastraba hacia cualquier punto del castillo que le parecía un buen escondite para la diadema.
—¡Harry!
Draco frenó, haciendo que choque contra su espalda. Luna tenía los brazos alzados y los movía llamándolos unos metros atrás, entre el tumulto de gente que no la dejaba avanzar.
Fue el rubio el que, a base de codazos y gritos, se abrió paso hasta ella y le pidió que hable rápido.
—La Sala de Menesteres — dijo rápido. La usual actitud soñadora y distraída se había ido para dar paso a una de alarma — La diadema está en la Sala de Menesteres.
Draco volteó a verlo, su mirada preguntándole que hacer.
—Ve tú — le pidió — Busca a Mione y Ron. Por Merlín, Draco, no se te ocurra ir solo.
El rubio asintió y tomó el mapa que le estaba ofreciendo. Lo escuchó gritar la contraseña y corrió escaleras arriba. Harry giró y se dirigió a la que era la oficina del antiguo director.
Subió las escaleras y se dejó caer en el suelo. Sabía que ahí nadie lo molestaría, aunque sea unos minutos. Tenía que pensar en algo.
El frasco con el recuerdo de Snape presionaba la tela de su pantalón. Lo había visto ya tres veces, y nada se le ocurría.
Tenía que morir. Lo sabía, le había estado dando vueltas desde el día anterior.
Tenía que morir.
No sabía que hacer. No encontraba otra salida. Voldemort no moriría si él seguía vivo.
Escuchaba el alboroto a lo lejos, profesores gritando órdenes, estudiantes preparándose. No esperaba que lo recibieran en el castillo de la forma en que hicieron, mucho menos esperaba que se pusieran frente a él cuando Pansy Parkinson quiso entregarlo.
Él sabía lo que era tener la voz de Voldemort en su cabeza, conocía los escalofríos, el asco, las nauseas y el dolor de cabeza. No culparía a nadie por querer librarse de eso; él lo haría.
Era su guerra, no de ellos.
Presionó el frasco en su mano, hasta que sintió el vidrio resquebrajarse y clavarse en su palma. Siseó entre dientes, limpiándose la sangre en su camisa, y se puso de pie.
Ya había costado demasiadas vidas.
Caminó rápido, sin mirar a las personas con las que se cruzaba. Respondía preguntas y agradecía las palabras de apoyo que le daban cuando lo detenían en un pasillo. En la entrada del castillo, los profesores conjuraban un hechizo protector, con McGonagall gritando órdenes a cualquier mago que esté cerca.
Las piernas le temblaban, por su espalda bajaban gotas de sudor frío.
Estaba aterrado.
Apuró el paso. Voldemort lo esperaba en el bosque, lo llamaba, una y otra vez, sin parar. Estaba demasiado acostumbrado a su voz como para que llegue a importarle.
Tenía que morir. Iba a morir.
Oh, Merlín.
Maldijo por lo bajo, arrepintiéndose por no haberse despedido de sus amigos, de Molly, de Draco.
Draco
Nunca le dijo que lo amaba, ni una sola vez. Siempre esperaba por el momento perfecto, Draco no se merecía menos.
¿Se molestaría? ¿Lloraría? ¿Sabría que, por él, se entregaría, que moriría?
—¿Harry?
Se detuvo frente al cuadro por el que iba a salir. Giró sobre sus talones, topándose con Draco. Su mirada pasaba de sus ojos al cuadro abierto. Sabía donde llevaba ese camino.
—¿Qué te pasó? — el rubio tenía las mejillas manchadas con negro, sus nudillos sangraban. Tenía un corte en el brazo derecho, por debajo de la cicatriz que le dejó su tía.
Traidor.
Grabado en su piel, para siempre.
—La diadema está destruida — respondió, tallándose la cara con la manga de su camisa — Crabbe y Goyle estaban ahí. Las cosas se complicaron... un poco. Están muertos.
—Lo siento — murmuró. Sabía que eran sus amigos.
—Da igual — se encogió de hombros — ¿Qué pensabas hacer?
Su boca se secó y se le formó un nudo en la garganta, imposibilitándole hablar. La mirada de Draco quemaba, le obligaba a bajar la cabeza.
—¿Harry? — insistió — Vamos, salgamos de aquí. Hermione nos espera en el comedor.
Intenta alejarlo del pasillo. Intenta que se arrepienta, porque sabe, sabe que no puede quedarse. Draco también lo escuchó, en el comedor. Apretó su mano cuando el primer susurro llegó, arrastrando las palabras, y lo puso detrás de su espalda para enfrentar a su mejor amiga.
Levanta la mirada, los ojos grises lo observan suplicantes. Quiere decirle que no puede quedarse; que es por él que no puede quedarse. Quiere decirle que es lo más maravilloso que le ha pasado en la vida, lo único realmente hermoso. Quiere agradecerle por cada beso, por cada abrazo. Quiere pedirle perdón por arrastrarlo con él a esa guerra, por no haberlo cuidado lo suficiente.
—Te amo — atina a decir.
Las palabras le queman. El rostro de Draco se contrae cuando suelta un sollozo.
Harry nunca lo había visto llorar.
—Podemos arreglarlo — le dice, entre espasmos por el llanto — No tienes por qué hacer esto, Harry. Podemos pensar en algo más.
Niega con la cabeza cuando lo ve avanzar. No puede permitirse tenerlo cerca, no en ese momento. Sabe que, si se acerca, si se lo pide mirándolo así, él se quedaría. Pero Draco no sabe lo que él; no sabe que si él no muere, Voldemort tampoco lo hará.
—Lo siento — el rubio vuelve a avanzar. Él tiene que inmovilizarlo con magia — Te amo, Merlín. Te amo.
Draco se retuerce, siente su magia pelear con la suya. Tiene que irse ahora.
—Por favor, Harry — ya no llora, pero su voz tiembla cuando habla — No puedes dejarme. Tú no, por favor.
Se obliga a darle la espalda, ignorando sus llamados tras él. Avanza para adentrarse en el pasillo cuando una brisa de aire caliente choca contra su espalda. Baila a su alrededor y lo envuelve.
Y esa es toda la respuesta que necesita.
Lo ama. Draco lo ama.
Es razón más que suficiente para morir.
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Flicker [Drarry / Harco]
FanfictionHubo un punto en que se dio cuenta que por él daría todo, aunque eso signifique entregarse a sí mismo. Harry y Draco durante la guerra. Disclaimer: Los personajes y el universo de Harry Potter no me pertenecen, son propiedad de J.K Rowling y bla bla...