Las diferencias nos juntarán y nada más importará.
La corona de flores era puesta en la cabeza del rizado y éste solo sonreía. Le gustaba bastante las flores, en especial las de color rosa.
—Me gusta el rosa.—confesó Harry mirándose al espejo.
Las damas que se encargaban de atender al príncipe rieron y una de ellas se animó a decir.—Deberías utilizar siempre una corona de esas. Te sientan bien y después de todo, es una corona.—no mentía. A Harry esa corona lo hacía ver como el ser más tierno del mundo.
—Tienes razón.—dijo y dio un salto. Sus botitas doradas con tacos resonaron en la gran habitación.—Le diré a mi padre que solo quiero utilizar esta corona.
Antes de que las damas pudieran detenerlo, el rizado corría por los amplios y largos pasillos del castillo. Sonaba cada pisada con los tacos del rizado mientras sus manos sostenían la corona para evitar que cayera al suelo.
—Padre—habló Harry acercándose al rey. —Mírame, padre.
Des Styles dejó de hablar con uno de los soldados y miró a su hijo. Al instante quitó con sus manos la corona de rodas, lanzándola al suelo para pisarla con su fino zapato de cuero.—Te he dicho más de mil veces que dejes esas malditas flores. Ahora déjame trabajar. —le gritó, logrando que los hermosos ojos esmeraldas del rizado se cristalizaran.
Harry se alejó del lugar, arrastrando sus pies y su autoestima.
Él siempre había sido un chico encantador. Un chico que sonreía, reía pero sobretodo derrochaba mucha felicidad. Pero muy, muy en el fondo él se sentía vacío. Una sensación que llegaba a él al finalizar del día o cuando su padre le decía lo ridículo, absurdo e incluso marica que se veía.
Salía del castillo mientras se colocaba un saco gris que su madre, que descansaba en paz, le había regalado días antes de su muerte. Caminó por las calles de la ciudad viendo como la gente lo miraba y murmuraban. No era normal que un día común el príncipe saliera a caminar por las ordinarias calles del pueblo de Homels Chapel. Pero Harry siempre había infringido las reglas que imponía su padre. No lo hacía con mala intención, simplemente le gustaba caminar por la ciudad que tanto amaba.
—Oh, mi príncipe. Discúlpeme, no sabía que vendría. —dijo Bárbara. Una mujer que atendía la panadería del pequeño pueblo. —Déjeme acomodar unas cositas y lo atiendo. —se movía de un lado a otro intentado que el lugar estuviera mejor.
El rizado siempre visitaba aquella panadería cuando era domingo y su padre le autorizaba un paseo por la ciudad junto con soldados para su protección. Pero esta vez el había salido sin compañía. Le incomodaba tener que ir a algún lugar acompañado de gente que tenían armas.
—Hola Bárbara. —saludó Harry con una sonrisa característica en sus labios rosados. —No te preocupes, no vengo a comer. —rió un poco y se acercó para abrazar a la mujer.
Así era Harry Styles.
Un chico bastante carismático, adorable y cariñoso.
—Hazza. —dijo la mujer recibiendo a Harry en sus brazos. —¿Por qué no traer la corona que te hice?
—Mi padre… —respondió bajando la mirada. Le dolía recordar a su padre porque cuando lo recordaba, también recordaba todos esos momentos de humillación y desprecio que tenía por parte de él.
—Oh, ya te haré otro mucho más lindo ¿si? —dijo la mujer separándose del abrazo y acariciando las mejillas blancas y suaves que poseía el rizado. —Mejor, cuéntame ¿cómo vas con las clases de canto?
La característica sonrisa de Harry volvió a su rostro y comenzó a hablar animadamente sobre sus clases de canto. Le contaba que su maestro había dicho que tenía mucho talento, mucha potencia en la voz.
—Me alegro mucho Harry. —dijo la mujer sonriendo. —Cuando seas un cantante muy famoso y viajes por todo el mundo, no te olvides de esta vieja que te ha criado desde chico.
El rizado volvió a abrazar a Bárbara. —Jamás lo haría.
La música sonaba fuerte en el lugar y las mujeres se movían con movimientos obscenos en la pista de baile. Buscando sexo en la noche y una buena paga. Los hombres apreciaban el espectáculo desde sus asientos buscando a la joven ideal para la noche.
—Sin duda, esto será un éxito. —habló Liam al oído de Louis. —Apenas abrimos y ya tenemos buenos clientes.
El oji-azul se limitó a asentir pues sus pensamientos estaban en otro lado. Pensaba en lo que la familia Malik le había propuesto esa mañana. Era una excelente propuesta pero no muy confiable.
La Familia Malik era una de las familias más reconocidas en el mundo del los terroristas. Encabezaban la lista de las familias más ricas de toda Europa. Pero toda esa fortuna era gracias a los trabajos sucios e incluso enfermos que realizaban.
Louis solo era él y sus socios. No tenía una gran sociedad pero para él era suficiente trabajar con sus mejores aliados. Poco a poco se estaba haciendo conocido y más gente se convertía en sus enemigos.
Esa era la razón de temer. Temía que aquella familia este interesada en derrumbarlo.
—Liam, discúlpame. Debo atender algunos asuntos. —dijo y se alejó del castaño junto a sus hombres que siempre estaban protegiéndolo.
Subió a su coche negro y no dio autorización para que arrancara.
Sacó su móvil de su chaqueta negra y esperó la llamada de la familia Malik. Ellos habían acordado en hablarle esa noche, la misma noche en la que Tomlinson abrió un prostíbulo con futuro de ser el mejor de la ciudad.
El celular comenzó a vibrar y Louis contestó al instante.
—Joven, T. —saludó una voz masculina del otro lado. —Soy Z. Malik.
Louis tardó unos segundos en contestar, pensando muy bien en las palabras que debía decir.
—Comunícame con el Señor M.—pidió Louis.
—Mi padre está ocupado. Además, debes saber que ahora soy yo el encargado de este asunto. —respondió la voz juvenil del otro lado. —No te quedes callado, chico. Suelta tus dudas.
—Háblame tú.
La risa del otro lado se esuchó y molestó a Louis. —Muy bien. Es simple y efectivo. El reino de Los Styles se encuentra en un pueblo llamado Homels Chapel, tenemos ahí un gran terreno para el sembradío de la cocaína. El lugar es uno de los más prestigiados y refinados de toda Europa, no es conocido ya que es bastante pequeño. Es una carnada fácil. Además de poseer las mejores tierras de Europa, posee gran cantidad de dinero y riquezas minerales.
—Si es tan fácil. ¿Por qué tu familia no se apoderó de tal atentado? Recuerda que soy mafioso, no terrorista como tu familia.
—No existe gran diferencia. Ambos hacemos el mal sin piedad alguna, solo que nosotros estamos ocupados en un proyecto mayor. Pero no queremos que esta oportunidad se nos escape de las manos. Te necesitamos, L. Necesitamos que destruyas ese reino.
Louis pensó unos momentos intentando encontrar los beneficios y peligros. Pero ¿qué más daba?. Sería una nueva oportunidad de hacerse conocer pero esta vez con gente más peligrosa y también poderosa.
Formaría parte del terrorismo.
Su primera presa sería el reino de Los Styles.
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°~Yosh
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Un Rosa Adictivo (Larry Stylinson)
Fanfic"-No me mates.-rogó Harry cerrando los ojos. -Entonces no me abandones.-también habló rogando el oji-azul sin dejar de apuntar la cabeza del rizado con el arma."