IX.

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Esa noche fue realmente molesta para Louis. No podía contactarse con Tyler, alguno de los Malik e inclusive con Liam, quien había salido hace unas horas con la escusa de tener cosas qué hacer. Pero antes que todo eso, no podía olvidar aquel cálido, eficaz, confortable abrazo que recibió del rizado.

Lo había tenido tan distraído que lo demás pasaba a un segundo plano de importancia.

Se acostó en la cama que estaba en aquella habitación. Se cubrió con una manta, pero el frío permanecía en su piel. Se revolcó un poco, intentando encontrar la posición ideal para dormir pero no lo logró. Al contrario, la incomodad hizo que se levantar y saliera de esa habitación, pero antes recogió la caja de cigarrillos que tenía en la mesita cerca de aquella incómoda cama.

Estaba por bajar las escaleras pero vio que la habitación de Harry tenía la luz encendida y la puerta no estaba del todo cerrada.

Bufando, se acercó intentado no hacer demasiado ruido. Asomó su rostro y lo vio.

Harry estaba cubierto hasta el hombro con una manta que parecía ser tan cálida. Sus labios estaban levemente abiertos y pequeños, casi inaudibles ronquidos huían de esos rojos labios. Sus rizos estaban desordenas, cubriendo un poco de sus ojos pero aún así, para Louis era la imagen más adorable.

Se adentró, sin poder contenerse más y dejó la caja de cigarrillos en su bolsillo. Acomodándose con cuidado para no despertar al rizado, logró sentarse en un espacio de la cama, sintiendo rápidamente el olor y calidez que solo Harry tenía en ese momento.

Levantó su mano, con duda, pero lo hizo. Acarició esos rizos castaños, apartándolos del rostro de Harry. Pero no paró. Continuó acariciando y esta vez, bajó hasta el rostro. Pasando su dedo pulgar por las mejillas, haciendo círculos en ellas y terminando en la comisura de aquellos entreabiertos labios, con un color carmesí natural.

Harry se movió un poco, pero no despertó. Aquello movimiento fue suficiente para que Louis se alarmara y quitara su dedo de Harry. Lo siguiente le sorprendió aún más.

—Sigue—murmuró Harry, acercando su rostro hasta el regazo de Louis—, no pares, Lou.

Louis quedó paralizado durante unos segundos pero obedeció. Esta vez con más confianza, pasó varios dedos por el rostro de Harry, disfrutando de la sensación y admirando la belleza de aquel muchacho de pestañas dobladas que ahora descansaba sobre su regazo.

—Harry—murmuró, cuando pasaron unos minutos en los que solo se había dedicado a acariciarlo— , tengo que ir a dormir.

—Quédate—esta vez, el rizado sacó las manos de aquella manta y las envolvió en la cintura de Louis—, hace frío Lou. Quédate conmigo, por favor.

Sorprendentemente, Louis volvió a obedecer.

Se quitó las zapatillas, sin dejar de mirar al rizado e ingresó a la cama. Posicionándose debajo de la manta y junto al rizado, observando la sonrisa radiante que este le mostraba. Mantenía sus ojos cerrados.

—¿Por qué no apagas la luz y cierras la puerta? —preguntó Louis, sin levantar mucho la voz pero lo suficiente para que Harry escuche.

—Es una costumbre—murmuró, ocultando su rostro entre el cuello de Louis.

—¿Por qué? —preguntó el castaño pero ya no obtuvo respuesta.

Harry había quedado dormido y su respiración chocaba contra su cuello. Haciéndolo estremecer y a la vez entrar en calor, ese calor que tal vez solo Harry podría darle.

(...)

La mañana siguiente, todo fue completamente extraño para el rizado.

Se levantó sin saber la hora pero solo sabía que era muy tarde. No encontró a Louis a su lado y le fue inevitable no hacer un puchero. Pero su estómago rugía de hambre y fue obligado a levantarse, en busca de comida.

Salió de la habitación y caminó hasta la cocina en completo silencio. No se escuchaba nada más que sus pisadas y era aterrador.

—¡Liam! ¡Louis! —llamó, pero ninguno respondió— Tal vez tienen cosas que hacer—murmuró, para calmarse y encontró unas galletas en la cocina.

Miró el reloj y vio que estaba cerca de ser el medio día, definitivamente el cambio de horario le había afectado.

Se sentó frente a la televisión pero no la encendió. Solo sonrió, como un tonto enamorado, recordando la hermosa noche que había pasado. Se sonrojó al tocar sus mejilla, casi cerrando los ojos recordó las caricias de Louis.

Como un enamorado sonrió, como un enamorado imagino, como un enamorado soñó y como un enamorado se rompió.


Un Rosa Adictivo (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora