Dress || ObaMitsu

~• Dress III

Mitsuri acariciaba con sus manos el pecho del muchacho, el leve toque en sus pieles junto a un suave rasguño de sus uñas erizan la piel de Obanai haciendo que comenzara a soltar pequeños suspiros. La pelirosa en cambio pasaba sus labios por todo su cuerpo, comenzando a pasar su lengua por el esbelto y levemente marcado abdomen del pelinegro, tenía mucha curiosidad.

Continuó bajando lentamente hasta llegar al punto intimo del muchacho, encontrándose con ese severo vello masculino, no la intimidó o avergonzó, para nada; le emocionó. Tomó entre sus manos el miembro masculino empezando a jalar de arriba abajo suavemente escuchando como los suspiros del muchacho aumentaba. Cielos... en serio anhela hacerlo.

Obanai sintió un nudo en su estómago en cuanto Mitsuri llevó a su boca su miembro, se espantó de inmediato, no quería que hiciera esas cosas, sentía que la estaba denigrando, él sólo quiere amarla.

— Tranquilo — escuchó decirle la chica con su aún miembro en la boca, dando una succión poco antes de separarse levemente y verlo a los ojos — Quiero hacerlo.

Aún no muy convencido, estaba por negarse, decirle que una imagen tan bella como el de ella no podía mancharse de tal forma, pero Mitsuri en cambio volvió a su trabajo, esta vez llevándolo a lo más profundo de su garganta. Dios... se siente bien.

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En la habitación se podía escuchar los acuosos ruidos que hacía el muchacho sobre la piel de ella dejando muy notables marcas rojas por al rededor de su cuello y hombros. Mitsuri llevó su cabeza hacia atrás para darle más espacio de seguir con esos deliciosos besos en su cuello.

Obanai se aferró a la cintura de la chica que saltaba sobre su cadera, reincorporadose hasta quedar sentado y y ayudarla con los deliciosos movimientos de ambas intimidades. Mitsuri lo abrazaba fuertemente por el cuello soltando a su oído los gemidos que él le provocaba, siguiendo con los saltos acelerando poco a poco hasta sentir como algo necesitaba liberarse, y no fue hasta que sintió su lengua sobre su cuello que la encendió y le permitió correrse apretando sus piernas sobre su regazo mientras su cuerpo temblaba duro por las embestidas que el chico continuaba dando poco antes de que se corriera de igual forma soltando un fuerte gemido que le permitió ver el cielo de noche.

Se dejó caer al colchón con ella aún encima, cielos... verla con ese brillo en su piel del sudor que él provocó la hacia ver aún más hermosa, y eso le encendía aún más. Su apetito aún no acababa, por lo que la tomó fuertemente de la cintura girando para que quedara ella debajo de él, Mitsuri rió de forma risueña envolviendo sus piernas alrededor de sus caderas.

— Te adoro... — le susurró el muchacho en su oído antes de volver a unirse a ella.

Cuarta ronda, cielos, si que se tenían ganas.