CHICO ESTRELLA

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Antes de entrar al edificio se miró en los cristales pulidos de la fachada. Wonho intentó verse lo más presentable que pudo, pero sus zapatillas viejas, los jeans desgastados y la camiseta que le quedaba grande mandaban el mensaje contrario. Las pocas monedas que le sobraron del viaje hasta la capital tintinearon en su pantalón. No tenía nada, no era nadie en aquella enorme ciudad.

El portero lo miró con desconfianza, alzó una ceja cuando Wonho le dijo el nombre del hombre que lo citó allí, pareció no creerle pues tuvo que alzar varios teléfonos y vocear por su radio, cuando recibió la afirmativa lo condujo hasta el ascensor sin quitarle la vista de encima. Antes de que las puertas se cerraran escuchó al portero preguntar de nuevo por radio si se trataba de ese chico, Wonho suspiró, si todos allí eran como ese señor no esperaba mucho de la ciudad.

Un vestíbulo enorme y elegantemente decorado fue lo primero que vio cuando las puertas se abrieron en el último piso, las paredes al igual que todo el edificio eran de cristal lo que le produjo un retortijón en el estómago, una puerta al fondo se abrió y de ella un hombre muy joven salía apresurado.

—¡Llegaste! — exclamó y miró su reloj — Y antes de tiempo, al jefe le gusta eso. Adelante, todos te están esperando.

—¿Todos? — preguntó confundido. La audiencia nunca fue su fuerte.

— Pues claro, el jefe no hace esto todos los días — le codeó, con una sonrisa verdaderamente alegre — aunque así lo parezca.

Lee Minhyuk era un joven extraño y vivaz que en vez de caminar avanzaba dando saltitos cual conejo, era un pequeño rayito de sol que a pesar del temperamento de su jefe no se doblegaba tan fácil, a su modo, también era un chico duro. La sala de reuniones que era austera comparada con el resto del edificio estaba llena de gente vestida de trajes finos y elegantes, casi le pedía a Minhyuk su saco prestado. De pie frente a una de las ventanas, estaba el hombre que cambiaría su vida en cuanto terminara de firmar unos papeles. Mihyuk indicó su lugar a la cabeza de la mesa, con todos los ojos fijos en él.

—Es bueno verte, Wonho— saludó el hombre poniendo una mano sobre su hombro.

—Igualmente, señor Shin.

— Ellos son mis socios, algunos de ellos hicieron el papeleo, pero quería que estuvieran todos presentes para el momento — señaló al resto de los presentes, asintieron con gesto solemne —Si no te importa, me gustaría que procediéramos inmediatamente a la firma, quiero celebrarlo cuanto antes y mañana te presentaré al resto del equipo a cargo de ti.

Vaya, eso era más de lo que nunca imaginó.

En su cabeza, Wonho no estaba sentado frente a un montón de empresarios a punto de aceptar el trabajo de su vida. No, Wonho estaba al final de un montón de bancas desgastadas y en mal estado, escuchando las palabras de un profesor que no hacía otra cosa más que regañar al resto de los niños, todo lo que podía hacer era encogerse en su asiento esperando que no lo viera, casi sin respirar para pasar desapercibido.

Sus pequeñas manitas se cerraron empuñando su camiseta, la única prenda que le quedaba grande, para él era nueva, pero seguramente había pasado por más niños antes que él. El profesor giró y Wonho dio un brinco que hizo caer su cuaderno, el hombre le miró furioso todavía sosteniendo a otro niño del cabello. No pudo evitarlo, Wonho gimió y sollozó incapaz de recoger la libreta, el niño en manos del profesor fue arrojado lejos y se golpeó en alguna parte, sin embargo, ningún niño hizo nada, todos continuaron con la mirada fija en sus libretas ignorando las largas y pesadas zancadas que se dirigían a Wonho. El hombre lo tomó por la camiseta haciéndolo levantarse, encogió sus pequeños hombros, el agarre le pellizcaba la piel y el cuerpo le temblaba de miedo. Tenía que permanecer en silencio, era la única regla que aquel malvado y abusivo profesor tenía, debía quedarse quieto y callado en su lugar, aun cuando los castigos eran dolorosos y quería gritar, chillar y esconderse. El llanto amenazaba sus ojos y Wonho no quería alzar la mirada y concentrarse con ese hombre mirándolo con repulsión, sólo tenía que controlarse, quedarse callado y si bien le iba, volvería a su asiento con nada más que un tirón de cabello y un moretón donde la mano apretaba su hombro.

(2Won) BLINDING LIGHTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora