MIEDO DE VIVIR.

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La mano suave y delgada de su madre se sentía cálida alrededor de la suya, hacía calor y el sol le enrojecía las mejillas regordetas mientras caminaban por las calles sin una sombra que durara lo suficiente. Quería soltarse de ella, sus manos empezaban a sudar y la humedad le incomodaba, retorcerse parecía no ser suficiente pues su madre continuaba apretando. Estaba cansado de caminar y podía sentir su camisa azul empaparse en la espalda, sus muslos sudorosos por el pantalón, no le gustaba.

—Vamos, Wonnie, falta poco y pronto te sentirás mejor. — dijo ella sin mirarlo, y jaló de su brazo, a Hyungwon le dolió hasta el hombro.

Poco, se repitió en silencio, llevaban caminando toda la mañana desde que salieron de casa. ¿Cuánto era poco? Estaba cansado, sudado, quería darse un baño, lavarse las manos hasta que el olor del sudor de su madre desapareciera por completo, ella no lo notaba (o lo ignoraba) pero había gérmenes en ella. Desde que salieron de casa y echó el cerrojo, guardó las llaves en su bolso y tomó la mano de Hyungwon, él supo que debía limpiarse pronto.

Afortunadamente, no lo obligó a tomar el tren hasta donde fuera que se dirigían, ya habían pasado por muchas discusiones con Hyungwon negándose por pasar los torniquetes y llorando cuando su madre, indispuesta a perder la batalla, lo tomaba en brazos y se metía en la estación. Hyungwon luchaba por alejarse de las prendas de su madre (que, si bien olían a su detergente y al característico perfume, no dejaba de estar ya contaminada) y apretujarse contra su cuerpo en busca de protección. Las personas a su alrededor desprendían olores que le causaban náuseas, sudaban, estornudaban, hablaban sin darse cuenta que en esas pequeñas gotas venía incluido un cúmulo infinito de bacterias, gérmenes y quién sabe cuántas enfermedades.

Por fin llegaron a un edificio pequeño, blanco y fresco, a la vista limpio. De lo poco que empezaba a comprender de las palabras pudo entender clínica, el temor se apoderó de él. Clínica sonaba como hospital, y en los hospitales estaba la gente enferma o iba a ellos porque estaban enfermos ¿y si su madre lo estaba? ¿y si al entrar, alguna persona los tocaba y los ensuciaba? ¿y si él estaba enfermo?

— Mami ¿estás enferma? —preguntó antes de entrar, su madre miraba las puertas con aire ausente.

—No, cariño.

—¿Yo lo estoy? — esperaba que su madre respondiera igual de rápido como antes, sin embargo, se mantuvo callada y suspiró antes de entrar. No hubo respuesta.

El lugar estaría vacío de no ser por la mujer en la recepción, que registró el nombre de ambos y les pidió tomar asiento, Hyungwon permaneció de pie junto a una pared, mientras su madre tomaba asiento y descansaba un poco. Dentro estaba fresco gracias al aire acondicionado y eso ayudó un poco con el sudor en su cuerpo, aunque todavía necesitaba lavarse.

—¿Puedo ir al baño? — ella asintió, olvidándose de indicarle cómo llegar a él. No importaba, había un pequeño letrero con la silueta de un hombre y Hyungwon entró rápidamente, puso el seguro del cubículo y se apresuró a tomar jabón, abrió el grifo y se lavó primero la mano derecha, dedo por dedo, debajo de las uñas, las palmas, el dorso, hasta el codo y cuando estuvo lista continuó con la otra. Se lavó la cara para deshacerse del sudor y el ardor que el sol había provocado. Con la toalla de papel húmeda con la que se secó las manos, cerró el grifo y abrió de nuevo la puerta, en ese momento la mujer de la entrada les llamaba.

Hyungwon no tomó la mano de su madre y ella no se la ofreció, él se sintió un poco culpable, quizá su madre se había dado cuenta de cuánto había tardado en el baño y adivinó lo que hacía, no podía evitarlo. Era un consultorio bonito, blanco y fresco como el exterior, tenía muchos cuadros con pinturas en tonos pálidos, aquello le gustó, Hyungwon no soportaba los colores intensos. Todo lucía en orden y correctamente limpio, aun así, no se sentó cuando el hombre con bata blanca y poco cabello le pidió que lo hiciera done se sintiera cómodo, la alfombra podía ser un buen lugar de no ser por los ácaros, polvo y la infinidad de personas que seguro la habían pisado, su madre se sentó frente al escritorio mientras daba sus datos personales, junto a ella quedó un asiento vació que descartó tan pronto vio a su madre posar la mano en el brazo de la silla vacía.

(2Won) BLINDING LIGHTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora