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—Buenos días— saludó Sol arrastrando las palabras y llegando a la cocina.

Eran las seis de la mañana, ese viernes tenía clases en la mañana, por lo que sólo trabajaría en la tarde, pero se había acostado muy tarde por hablar con Dante, por lo que sólo había dormido tres horas y dudaba mucho que tuviera buen desempeño en clase o en el trabajo.

—¿Tenías tantos trabajos como para no dormir? — preguntó la madre de Sol, al ver las enormes ojeras que tenía.

—No, de hecho...Dante me respondió y estuvimos hablando hasta tarde— le sonrió nerviosa— pero no te preocupes, no volverá a pasar y no me atrase con nada de la Universidad, ¿okay?

—Más te vale, ya te exiges mucho al trabajar y estudiar, apenas y tienes tiempo— le puso el desayuno en la mesa— por otro lado, ¿Qué hablaron?

Eso hizo que Sol sonriera ampliamente.

—Bueno, me comentó que estaría acá tres meses, apenas lleva dos semanas, porque son vacaciones familiares, además es la boda de una tía y su padre también quiere abrir un negocio acá, tiene veintidós años y sabe español por su madre, que es colombiana— apoyó la mano en su mejilla.

—Pero, ¿no está muy grande para ti, mi amor? — le preguntó su madre sentándose junto a ella en el comedor.

—Algo, nos llevamos 4 años, tal vez un poco más, ¿te molesta?, aunque pues, es muy pronto para pensar en una relación con él.

—Sabes que, si te respeta, no me molesta, sólo espero conocerlo.

Sol asintió en respuesta y desayunaron en silencio, después de eso se despidió de su madre y salió a sus primeras clases, que comenzaban a las siete con cuarenta y cinco minutos, esperaba no dormirse en ninguna; realmente estaba cansada, pero eso no le quitaba lo alegre que estaba por haber hablado con aquel chico de ojos grises.

Dante esa mañana, se levantó muy sonriente, y su hermana no fue la única que lo noto, sus padres y tíos también lo hicieron, así que no duraron ni un segundo en preguntar el porqué de su repentina alegría. Sus tíos ya sabían lo que había sucedido el primer día que había ido al restaurante, pues sus padres lo habían empezado a molestar por cómo había actuado, de hecho, sus tíos también lo habían hecho, por eso, no tenía que explicar mucho, sólo que por fin había podido hablar con esa chica dulce y le agradeció a su hermana por eso.

—Bueno ¿y si la invitas a la boda? — comentó su tía— así la conocemos nosotros, ¿no?

—Apenas y la conozco, no creo que acceda— dijo Dante pensativo.

—Tienes dos semanas para que acceda, tú puedes, campeón— le dijo su padre sonriendo.

Dante le sonrió de regreso y comenzó a desayunar junto a su familia.

Durante las dos semanas siguientes Dante y Sol hablaban día y noche, él a veces la recogía al salir del trabajo o de la universidad y la llevaba a casa, y una de esas noches la madre de Sol lo invitó a comer, tuvieron una noche agradable y las risas no faltaron, esa misma noche invitó a Sol a la boda de su tía; la cual era en dos días, aunque ella se negó al principio, pero entre su madre y Dante lograron convencerla.

MAR, SOL Y AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora