Capítulo primero

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Querido zoo:

Uno de tus animales salvajes se ha escapado y se ha disfrazado para hacerse pasar por nuestro profesor. ¿Te gustaría que volviese? Se llama señor Crabbe. Atentamente, Josph Ryan y Gemma Fairchild.

Joey y Gemma habían escrito aquello hacía casi dos años. Las cosas no habían cambiado mucho. Seguían siendo amigos. Por lo menos casi todos los días. Continuaban yendo a la escuela de Marvale, a un tiro de piedra del zoológico. En un día claro, se podían ver las jirafas desde el patio del recreo. En un día malo se podía oler a los elefantes desde cualquier sitio. Y Crabbe seguía siendo un hueso. Mezquino y despreciable, siempre gruñendo, siempre buscando a quien castigar. Así que nadie lloró después del accidente. Un suceso extraño, uno entre un millón,que eliminó definitivamente a Crabbe de la clase.

Y todo se debió a que se hallaba en el peor sitio en el peor momento. Se encontraba en la sala de profesores cuando la grúa alzó a Narcisa, la hipopótama del zoo.

Se llevaban a Narcisa para operarla urgentemente en la clínica del veterinario. Pero a ella no le gustaba viajar ne grúa. Perdió los nervios, queriendo escapar de allí. La grúa empezó a vibrar bajo la tonelada y media de su corpachón. Y la grúa y Narcisa cayeron sobre la escuela de Marvale.

La pobre Narcisa atravesó el techo de la sala de profesores y aterrizó exactamente sobre Crabbe. El profesor no tuve menor oportunidad. En menos de un segundo quedó más plano que una torta. Sim embargo, a Narcisa no le ocurrió nada.

A loa semana siguiente, una profesora suplente se encargó de la clase de Crabbe. La señorita No-Sé-Qué, la cuál era más hosca que nadie, pasó la mayor parte de la primera clase hojeando sus cuadernos, mientras mascullaba por lo bajo con la boca fruncida, como si se le hubiese metido un limón en cada carrillo.

Joey dibujó un robot en su caja de lápìces. Cualquiera pensaría que la pofesora jamás había visto una mancha de grasa a juzgar por él modo de observar su cuaderno de ciencias.

¡Brrr! Joey tiritó de frío. De repente el aire se había vuelto helado a su alrededor. Se frotó los brazos. Le pareció estar metido entre cubitos de hielo. Era como hallarse en el Ártico, lo que no dejaba de ser raro, porque él siempre se sentía acalorado. Joey frunció el ceño ¿Era el comienzo de una enfermedad?¿ O se trataba de algo que las cocineras habían echado en el pescado?

El profesor fantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora