El profesor fantasma

Capítulo quinto.

Eran enormes las multiplicaciones que le había puesto la señorita. Joey cogió su bolígrafo y trató de concentrarse. De nada le sirvió. El bolígrafo cayó de su mano temblorosa y se estrelló sobre la mesa. Las preguntas, una tras otra, le daban vueltas en la cabeza.

<<¿Qué está pasando?>> dijo una voz en su cerebro <<¿Por qué me sucede todo esto?>> Y, sobre todo, murmuró la voz: <<¿Qué va a ocurrir?>>

Joey tiritó de miedo. Algo se preparaba, algo verdaderamente aterrador. Lo sabía. Podía sentirlo.

Por las ventanas le llegaban los ruidos del patio. Gritos, chillidos, fragmentos de canciones y la voz de Gemma que gritaba más alto que nadie.

Por dentro de la clase no se oía nada. Ni siquiera el tictac de un reloj o la tiza chirriando sobre la pizarra. Allí estaba únicamente Joey, sentado y en silencio.

De repente, en un rincón de la clase, el hámster empezó a dar vueltas y más vueltas en su ruedecita, con los bigotes temblorosos de miedo.

La habitación se quedó tan fría como una tumba. Por el suelo se extendió un olor. Un olor horrible. Un olor a cosas muertas. A cosas podridas.

Joey sintió en su nuca un aliento frío, helado. Había alguien en clase.

Alguien le observabapor la espalda. Entonces oyó una tosecilla seca.

<<Conozco esa tos>>, pensó Joey rígido de miedo. <<Conocería esa tos en cualquier sitio.>>

Miró a izquierda y a derecha. Allí no había nadie. Nadie a quien pudiera ver... Entonces oyó un suspiro. Un suspiro hondo, de enfado. Y otra tosecita.

-Calificación: 2- murmuró una vocecita tan gélida como un carámbano-. Vaya nota.

Joey no pudo moverse, ni hablar. Éste era sin duda el momento más aterrador de su vida.

-Incluso tú- masculló la voz- puedes comprender que eso significa ocho respuestas equivocadas.

Era una voz horrible, más desagradable que el chirrido de un clavo sobre una pizarra, más insoportable que los insultos del matón de la clase.

Una voz que heló a Joey hasta los huesos.

Y, por lo peor de todo, reconoció esa voz.

<<No puede ser>>, pensó Joey... pero en lo más hondo de su corazón sabía que si lo era.

-A partir de ahora- murmuró la voz- te acosaré. Día y noche.