nineteen

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—Como siempre, cocinas muy bien, Chisaki —halagó Rizuko, dejando su plato frente a ella.

—Gracias, corazón —le sonrió—. Cuéntame más sobre tu hermano recién nacido —pidió.

—En realidad son dos.

—Vaya —abrió sus ojos, sorprendida—. ¿Y?

—Mi padre los nombró Natsume y Natsumi —prosiguió relatando.

—¿Tú que nombre les hubieses puesto? —preguntó.

Asahi quien se servía otra porción de comida, le puso atención a la dragón.

—Mmm... no lo sé —puso una expresión avergonzada y a la vez cómica—. Jamás me he tomado el tiempo de pensar en nombres para un recién nacido —jugueteó un poco con el vaso vacío que tenía en frente—. No es parte de mis obligaciones, lo sería si yo fuese la que dio a luz, pero obviamente no es así.

—Me sorprende que siendo alguien tan longeva, no tengas hijos —confesó la mayor.

—Nadie de mis hermanos tiene hijos aún, de hecho. Nuestra vida es tan extensa que la descendencia es lo de menos, caso contrario a ustedes los humanos.

—Es cierto. Para la edad que tiene Asahi, se puede decir que a él ya se le pasó el tren —rió.

—Tener hijos no es mi prioridad, madre —negó, sentándose a comer otra vez.

—Eso o que no te has enamorado de nadie nunca —dio en el clavo cuando su único hijo paró lo que estaba haciendo de golpe. El azabache clavó su mirada al frente suyo, Rizuko desvió sus morados iris a su cuenco vacío.

Chisaki miraba a ambos con una sonrisa ladina plasmada en su rostro. Había que ser ciegos para no darse cuenta que esos dos tenían sentimientos por el otro, pero a la vez, entendía que ninguno diera el primer paso. Comprendía que su hijo no se confesara porque Rizuko se trataba de una dragón, una criatura sobrenatural longeva y muy poderosa, caso contrario a él, un simple humano que su vida sería efímera, y de la pelirrosa, veía que ella misma se negaba a aceptar el hecho de que quería a su hijo de forma romántica por la misma razón que ya conocía y había experimentado.

Ambos pertenecían a mundos completamente diferentes. La discriminación a ese tipo de relaciones estaba a la orden del día, y ni qué decir si se les ocurría egendrar a un nuevo ser. Un niño o niña mitad demonio la pasaba peor.

—C-Creo que debería irme —dijo Rizuko—. Me gustaría prepararme para lo que se avecina, no será una batalla fácil —se levantó de donde estaba—. Gracias por la comida, Chisaki, nos vemos... Asahi —salió de la casa y supieron que emprendió vuelo al no escuchar sus pisadas.

—¿Cuándo planeas decirle lo que sientes? —la mujer fue directo al grano.

—Como si una relación entre los dos se pudiera dar —también se levantó de su asiento—. Iré a caminar un rato, vuelvo en un rato.

—Hazlo antes de que te arrepientas, Asahi —sugirió por último en un tono serio.

¿Antes de que se arrepienta? Seguramente Rizuko tenía pretendientes a montón, y mucho más capaces de otorgarle felicidad y una cómoda vida, caso contrario al suyo, quien con suerte tenía para vestir al día a día. No contaba con miles de lujos así como la princesa dragón que había llegado a su vida de una forma un tanto peculiar, tampoco vivía en un increíble y enorme palacio, todo aquello que era difícil de conseguir le pertenecía a su madre, puesto que ella sí fue una princesa por un tiempo.

Él no era nadie.

Rizuko viviría muchos siglos más, sino es que hasta milenios, él con suerte llegaría a vivir ochenta años y eso era mucho.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora