two

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Cuando menos se dieron cuenta, el sol se ocultaba por el horizonte dando paso a la radiante luna que se hallaba en su menguante fase. Sesshomaru mantenía la calma a diferencia de InuYasha o Kagome, quienes antes de enfocarse en la fuente donde encontraron la tiara y una forma de regresar a su correspondiente tiempo, intercambiaron palabras con la familia de la sacerdotisa, y esta lloró demasiado para su gusto.

¡Aaaaay! —exclamó la mujer humana—. ¡¿Qué vamos a hacer?!

—Lo mejor es que descansen por hoy —la voz de la progenitora de Kagome captó su atención. Lucía tal calmada y no parecía importarle mucho que dos demonios estuvieran en su hogar—. Están aquí desde medio día, no han comido nada, deben de estar agotados. Vayan a cenar, tomen un baño y duerman, mañana a primera hora pueden seguir intentando regresar.

—¿No tenemos de otra? —preguntó en un tono bajo la azabache.

—Parece ser que no —le sonrió.

—Entonces vayamos, muero de hambre —InuYasha accedió.

—Ustedes vayan, yo me quedaré aquí tratando de hallar la forma de regresar —habló Sesshomaru. La mayor se sorprendía un poco de oír la voz de aquel imponente hombre, de hecho, era la primera vez que lo escuchaba hablar.

—¿No quisieras tomar un baño? —se atrevió la señora Higurashi a cuestionarle, alarmando a la pareja que yacía a su lado.

—¡E-Está bien, mamá! —Kagome se puso frente a ella—. Sesshomaru estará bien, estamos hablando de un demonio sangre pura.

El peliplata mayor lo meditó por algunos segundos. Quizá un baño no le vendría mal, pues necesitaba despejar su mente de su pasado que lo atormentó por demasiadas décadas, era ahora que lo volvía a joder y ameritaba olvidarlo por un rato.

—Tomaré el baño y vendré aquí —aceptó. InuYasha y su esposa intercambiaron miradas, confundidos por la actitud del demonio.

—Por supuesto —asintió—. Vamos.

Los tres caminaron detrás de la madre de Kagome, Sesshomaru iba hasta lo último viendo por enésima vez la reliquia en sus manos de un clan demonio del cual no ha sabido nada desde hace siglos, aquel suceso marcó un antes y un después en el linaje real de los de su especie.

Ingresaron a la edificación, el hermano de InuYasha ahora prestaba atención a todos los muebles que estaban acomodados por toda la casa. No había tanta diferencia en las casas de estos tiempos futuros a los pasados en los que él era donde vivía; las escaleras existían a la fecha, las puertas corredizas de igual manera, el reluciente piso de madera bajo sus pies también. Sesshomaru pudo comprender las enormes diferencias al llegar a lo que él relacionó como comedor, pero no entendió los aparatos que rodeaban la mitad del lugar.

—Sota, llévalos a la habitación de tu hermana —le pidió a un niño de aproximadamente 13 años, o eso le calculaba el peliplata mayor. Ya lo había visto poco después de que llegaron, por lo que sabía que era hermano de la sacerdotisa—, también dales un cambio de ropa a InuYasha y a... ¿Cuál era tu nombre?

—Sesshomaru —respondió indiferente.

—Y a Sesshomaru —finalizó su orden.

—No creo que mi ropa les quede —Sota frunció el ceño.

—No tu ropa, sino la que le perteneció a tu padre, estoy segura que les quedará bien.

Un Amor del Pasado (InuYasha) | Sesshomaru × Tú | TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora