Capítulo 4: Siete de Diamantes.

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Kate caminaba junto a Luna rumbo a la Residencia, cargando su bolso y mochila. Vio que la mayor estaba perdida en sus pensamientos. El silencio la estaba matando, por lo que decidió sacar algún tema de conversación.

-Así que... Lunín.- Miró a ambos lados para ver si había algún alumno cerca, asegurándose de que nadie había escuchado la informalidad.- ¿Una tipa ya sabe que somos guachas? (Nota de la autora: Guacha/o quiere decir huérfana/o).

Luna casi se atraganta, ¿Cómo podía decirlo así de tranquila, y sin filtros? Estaba siendo tan... Kate.

-S-si... Lo siento, pero debía saberlo.- No estaba muy de acuerdo en que una alumna supiera de la nada la situación en la que estaban las hermanas, pero debía hacerlo para que Twilight entendiera.- En serio ella es buena chica, una de las mejores estudiantes. No es chismosa, si te estás preguntando eso.- Luna pudo notar cierta incomodidad en la pelinegra, que inmediatamente desapareció tras decir las últimas palabras. La menor suspiró y se acomodó su largo cabello.-¿Estás... Ahm... Bien?

La Deveraux podía ser muy rebelde y molestosa, siempre con esa sonrisa burlona en el rostro... Pero notaba en sus ojos que estaba asustada. 

Dudó en si hablar o no, si en decirle de una vez por todas la verdad de los hechos. Debía desahogarse con alguien, aunque Luna no le creyera. 

-No... No lo estamos.- La pelinegra súbitamente se detiene, mirando el suelo. La respuesta tomó desprevenida a Luna. Ella se esperaba un "¡Estoy excelente, carajo!" No un "No estamos bien".

-Niña...- Volteó a ver a la adolescente, se acercó a ella y le levantó el mentón. Estaban a la misma altura, puesto que Kate era alta en comparación a su melliza. -No tienes razones para confiar en mí todavía, o para contarme todo lo que pasa por esa cabecita tuya... Pero te prometo que si algún día alguna quiere hablar, estaré aquí y las escucharé.- Los ojos burdeos de la menor se comenzaron a vidriar, los cerró muy fuerte y se alejó despacio de la Sub Directora, reprimiendo sus sentimientos.

 A pesar de la acción, Luna no lo tomó como una ofensa y asintió con la cabeza, dándole a entender que no pasaba nada. Aquella sonrisa burlona volvió a aparecer.

Le desordenó el cabello con la mano, ya era costumbre hacer eso con ella y con Lúa.

-Vamos, la residencia de al frente es la tuya.

-Ay ¡Me muero por conocer a mis nuevas amiguis!- Kate agudiza su voz y alza sus manos, haciendo una pose bastante graciosa. La Sub Directora rodó los ojos, ya acostumbrándose a tan excéntrica personalidad.

Luna tocó la puerta. Esperó un par de segundos y súbitamente se abre la puerta, revelando a una chica de extravagante cabello multicolor que estiraba sus brazos y se rascaba la cabeza. Al ver que era la Sub Directora, se congeló en la extraña posición en la que se encontraba, mirando cada movimiento de Luna.

-¡Sub Directora! ¿Qué la trae por aquí?.- Rainbow Dash se endereza, sonriendo exageradamente.- A-ahm... ¡No tenemos alcohol! ¡¿Por qué deberíamos tener alcohol?! Sólo somos unas estudiantes, jejeje...-Ríe nerviosamente mientras una gota de sudor bajaba por su frente.

-Tampoco robamos dulces de la máquina- Se oye una voz chillona, susurrando rápidamente. A lo que la peliarcoiris afirma a lo dicho anteriormente.

-Ya escuchó, Lunita...¡Todo en orden!- Luna levantó una ceja, con la mirada muy seria.- ¿No... No va a pasar, verdad?- Rainbow no se movía de la puerta, como si estuviera esperando que la Sub Directora se fuera de ahí.

Canterlot High: Dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora