Azúcar y Sal

Capítulo 12

Phoenix

Tenía demasiado frio, sentía el cabello mojado, pegado a mi frente como algo viscoso que picaba. La herida en la pierna me latía punzantemente. Solo esperaba sobrevivir está noche. No podía quedarme aquí más tiempo.

-Lo sé Payton... lo lamento. Descuéntame el día. -Dijo Becka, estaba hablando con alguien en el móvil.

Abrí mis ojos ante el sonido de su voz, ella me estaba mirando también, se veía pensativa.

-Es complicado, no... no puedo hablar ahora. -Me mira y puedo ver como se debate entre contarle algo a esa persona o quedarse callada.

Tendría que asegurarme que no dijera nada de esto a nadie.

Suspira. -Gracias Payton.

De pronto su frente se arruga. -¿Es necesario que yo la acompañe?... Claro, sí. Lo siento, no debí preguntar eso. -Dice y luego cuelga.

Se queda mirándome mientras se pasa la mano por la frente.

-Qué bueno que despertaste. -Dice. -Tienes que ayudarme a ponerte de pie.

-¿Me echas tan pronto? -Digo alzando una ceja y sacando algo de gracia que no tenía. Mi cuerpo estaba demasiado débil.

Puso los ojos en blanco.

-Debería hacerlo, pero no. -Mira el piso en el que aún estoy tirado. -No es bueno que sigas en el suelo, tengo que ponerte en un lugar más cómodo.

-¿Cómo tu cama? -Respondí al instante. No sé porque me daba por jugar con ella en este estado.

-Ni sueñes que te dejare subirte ahí, estás hecho un asco.

-Perdón princesa, no planeaba desangrarme hoy. -Respondí con rabia en la voz. Ese maldito de Vica.

-Hablando de eso. -Dice mientras intenta tomarme del hombro para levantarme. -¿Me vas a contar que paso?

Saco fuerzas de donde nos las tengo, apoyo mi pierna izquierda con fuerza para impulsarme, pero el dolor en la pierna dañada me hace vacilar, por suerte la pequeña princesa resulta ser más fuerte de lo que creo porque no me deja caer.

Cojeo apoyándome en ella. Becka me mira esperando una respuesta.

-No es bueno que te involucres en esto. -Termino diciendo.

-Si no querías eso, no debiste venir a mi departamento. Estoy involucrada ahora.

-Solo hasta donde yo te lo permito.

-¿Pero quién eres tú ah? -Pregunta exaltada. Mientras yo me recuesto en el mueble de cuero negro que está en su habitación.

-Eso no importa. Solo déjame pasar la noche hoy y mañana no me volverás a ver. Te lo prometo.

Me mira como si estuviera bromeando, pero no tengo motivos para hacerlo.

-En serio, no me lo creo. Vienes a buscarme con una herida de bala, me conviertes en tu enfermera improvisada y ¿ahora me dices que te vas a ir sin darme una explicación? -Me mira molesta mientras se pasea por su dormitorio.

-Anoche me dijiste que tu vida era una mierda. -Le digo, eso hace que ella deje de moverse y voltee a verme, casi sorprendida por lo que le he dicho. -Creo que, de los dos, eres la que mejor lo está viviendo.

Su rostro reflejaba miedo, no sé si de mi o de lo que le acabo de decir.

-¿Por qué alguien querría lastimarte?-Pregunta.

-Haces muchas preguntas que no puedo responder.

Se pasa las manos por la cara. -De acuerdo, solo respóndeme esto, ¿Eres un delincuente? ¿Estás metido en... drogas, robo o algo? -Su voz pierde fuerza al final. Podía ver que no quería que yo le diera esa respuesta. Su garganta traga con el miedo apoderándose de ella.